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Kinktober 2018
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por Alex Sáb Oct 06, 2018 11:43 pm
- Día 6: Hair Pulling:
- HuanYue&Johan
Recargó su espalda contra la puerta a pesar de que su ropa mojada se pegaba a su piel y a que el pomo se encajaba contra su riñón. Tampoco le importó que estuviera escurriendo cataratas y hace siglos que Johan había tirado el tapete de entrada y nunca más lo reemplazó.
Pasó saliva con dificultad. Todavía no lo creía, el idiota imbécil.
Cuando menos lo notó, ya estaba arrodillado en el charco de agua, pero definitivamente su pantalón ya estaba arruinado desde que decidió correr como estúpido bajó la lluvia sin ningún paraguas o impermeable. Aunque, en su defensa, cuando empezó a correr solo estaba chispeando, pero ahora parecía una tormenta torrencial y agradecía que ninguna corriente lo llevó al caño.
Con las manos temblorosas empezó a desvestirse. Tal vez era idiota, pero no lo suficiente como para tener pulmonía. La bufanda fue primero, cada que la tocaba con más fuerza de la necesaria escurría agua. Después el abrigo y estaba más pesado que él mismo. Dejó ambas prendas tiradas en el charco de agua, ya mañana se preocuparía, y se levantó con las rodillas cediendo a su peso.
Cada que daba un paso un sonido asqueroso resonaba en los pasillos y dejaba un charco más del que su futuro yo haría un escándalo al respecto, así que las botas tuvieron que irse. Las calcetas igual. Sus pies estaban tan fríos que ni siquiera podía sentir el piso, pero con la seguridad de que no iba a resbalarse y matarse en el proceso tan fácil, aumentó el paso hacia las escaleras, tirando las prendas en su camino.
Corbata, camisa, pantalones…
—Eres un idiota… —Murmuró a medio camino. —Eres un imbécil porqué te encariñaste con él, y ahora te importa. —Sus dientes castañeaban y casi se mordió la lengua. —Y cuando te importa, estás perdido, no hay vuelta atrás, joder, joder, joder.
Abrió la puerta con brusquedad, tambaleando hacia adelante. Y ahí estaba, la única persona que lo superaba en idiotez humana. Pasó saliva.
—… ¿Qué haces aquí? —Johan preguntó con una especie de trapo en la boca. Estaba sentando en la cama, el kit de costura abierto y los hilos esparcidos por la cama, como lo hubieran abierto a las carreras. Una botella de alcohol estaba en el piso y Huan Yue apenas notó las manchas de sangre en el piso, seguramente había más en el pasillo.
—No es tan difícil entrar cuando sabes cómo carajo hacerlo. —Entrecerró los ojos y tranquilizó la respiración que no había notado estaba alborotada. Soltó su agarre en la puerta y estiró su cuerpo lo más que pudo.
Seguro se veía rarísimo, parado en el umbral de su habitación con solo un par de bóxers.
—Vi lo que pasó, en las noticias. —Huan Yue volvió a hablar después de varios momentos de silencio, después de que Johan había dejado el trapo en la mesa de noche y después de que cerró el kit de costura. Relamió sus labios. —No sabía si estabas involucrado, joder, tenía que verlo con mis propios ojos.
Johan no dijo nada. Huan Yue por fin, por fin, se atrevió a entrar a la habitación.
—Eres el hijo de puta más idiota que he conocido en toda mi vida. —No se dio cuenta, pero iba aumentando su tono de voz conforme se acercaba hacia él. Lento, con pies dormidos y músculos adoloridos. —Cada vez pienso que he visto lo más estúpido de ti, pero cada vez estoy equivocado y haces algo más jodido que lo anterior. Eres un idiota, un imbécil, maldito hijo de puta, joder
Y levantó su mano, porque Johan lo veía como si había dejado dejarlo de importarle hace mucho tiempo, porque Huan Yue no tenía ningún derecho de estar ahí en su habitación, y le dio la cachetada más fuerte que podía dar con las manos temblorosas y los dedos fríos.
Después lo atrajo por el cabello y lo besó tan fuerte como pudo.
Sus labios temblaban y sus manos se aferraban a ese cabello negro como si su vida dependiese de ello. Tenía miedo, joder, de que se escapara de entre sus manos, de que realmente no estuviera allí, de que no le correspondiera y-
Soltó un gemido cuando sintió que tal vez esto no se iba por el caño. Era extraño sentir sus labios adormecidos por el frío y al mismo tiempo la intensidad del beso. Sintió manos en su cabello, pero este estaba mojado y un escalofrío lo hizo estremecer de pies a cabezas.
Jadeó contra su boca, caliente y húmedo, e impulsó su cuerpo hacia adelante.
— ¡Joder, Huan Yue!
— ¡Lo siento!
Huan Yue miró al techo, dejando que su cabeza colgara contra sus hombros. Inmediatamente, ahí donde sus tendones se sentían tensos, sintió un par de labios pero no hicieron ademán de algo más. Realmente era una situación estúpida, él con un par de bóxers color gris y un poco de hipotermia en el camino y Johan con un brazo vendado y sangre en el suelo.
—Creo que ya no me puedo ver más idiota. ¬—Dijo, y se tiró al piso sin más, golpeando sus rodillas. Escuchó vagamente la exhalación de Johan, pero ni siquiera se molestó en verlo porque estaba más preocupado en que había olvidado como desabrochar un pantalón de mezclilla.
Ni siquiera sabía por qué sus manos temblaban tanto o si sus dedos estaban húmedos por el agua o por sudor. Tampoco comprendía por qué de repente la física de los pantalones de mezclilla no tenía sentido y simplemente no bajaban y, ouch, realmente se había dejado caer muy brusco, sus rodillas le dolían-
—Huan Yue. —Paró de jalar la mezclilla al sentir una mano en su cabello. Jadeó.
—No puedo creer que ahora los papeles se han invertido.
—No creo poder ser tan maldito como tú.
Huan Yue bufó, y por fin logró arrancar ese maldito pedazo de tela de su piel.
—No prometo mucho, creo que mis dedos se van a caer y mi boca no está en mejores condiciones. —Dijo, palmeándolo a través de su ropa interior. Volteó a verlo a los ojos con su sonrisa característica en el rostro. —Pero prometo intentarlo como el adulto responsable que soy.
Delineó el miembro con su boca a través de la ropa interior. La tela se sentía rasposa contra su lengua y los sonidos que lograba captar solo lo hacían intentarlo con más fuerza, pero se detuvo antes de que tuviera la tentación de morder. Con los bóxers fuera de su camino, sin embargo, el asunto fue diferente.
—Joder, como te tardas… —Johan apretó el cabello de Huan Yue con fuerza cuando el menor solo mantenía un mismo patrón con su mano. Apretaba la base un poco y después se limitaba a explorar.
—Estas cosas no se apresuran. —Huan Yue le sacó la lengua, y a pesar de la mano en su cabello recargó el rostro en su pierna izquierda, sonriéndole. Sin embargo sentía que había algo más profundo en sus palabras sin querer, ¿qué pasaba si esto era la última vez? —Pero por las circunstancias, haré lo que desees.
Hizo un espectáculo de succionar aire como si en verdad fuera a echarse un clavado, y con una última mirada traviesa, lo envolvió completamente.
— ¡Joder! —Johan resopló. Jaló un poco el cabello de Huan Yue pero solo generó un jadeó ronco que lo hizo estremecer. Tampoco ayudó su causa la risa del menor. Se sentía como cuando lo conoció por primera vez, también había sido con él de rodillas, pero Johan ni siquiera lo había dejado terminar.
Pero no se culpaba tanto, el maldito era bueno y Johan no tenía experiencia. Ahora, seguía siendo bueno y Johan sentía que había perdido toda la experiencia.
Dejó su mano hundirse en el cabello negro. Todavía estaba mojado y se enredaba entre sus dedos. Le hubiese gustado usar ambas manos, pero por ahora, sentía que ni siquiera podía levantar la izquierda.
¬—Ah, m-más rápido. —Dijo con dificultad, y Huan Yue obedeció sin chistar. Joder, tampoco necesitaba que su asma arruinara la situación. Pero la situación era diferente, y sentía que sus pulmones se cerraban y no sabía si era por su asma o porque estaba cerca, tan tan cerca-
Se dejó caer hacia atrás, rebotando en la cama. Vagamente escuchó a Huan Yue quejarse sobre que debía avisarle a la gente por cuestiones de moral pero realmente no estaba prestando atención. Señaló con el dedo su mesita de noche.
—P-pásame… ugh…
—Joder, realmente eres un idiota, no estaba bromeando.
Huan Yue azotó el cajón de la mesita de noche y le pasó su inhalador. Después se acosó junto a él en la cama y se tapó como burrito con las sábanas.
—Tengo frío, mañana llévame al hospital si tengo la cara azul.
—Si tienes la cara azul, es porque ya estarás muerto.
—Bien, entonces llévame a la morgue.
Johan apretó sus labios. Sus pantalones todavía estaban en el piso y sus piernas empezaban a sentirse frías. Sin muchas ganas se tapó con las sábanas.
—Huan Yue-
—No. No lo digas. Buenas noches, Johan.
—… Buenas noches.
Alex
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por Assim Al Saud Lun Oct 15, 2018 5:41 pm
Día 2: sobreestimulación
El punto había perdido validez desde el minuto en que Tae había decidido que usaría ropa interior deportiva. Una vez más, demostraba un potente valor para derrochar cualquier clase de fantasía que pudiese formular.
Alex podía sentirse satisfecho consigo mismo. El honor estaba intacto, tanto como sus bóxer. Las ropas seguían en sus lugares correspondientes y todo era incómodo entre los dos. No serían ellos mismos si marchara todo bien.
Tae, más interesada en el decorado de su habitación, parecía haber postergado el berrinche inicial. Luego de fulminarlo con la mirada y cruzarse de brazos sobre el edredón por quien sabe cuántos minutos, por fin, se dignaba a realizar algún movimiento que no fuese en su contra.
—Esto es absurdo—no podía estar más de acuerdo, sin embargo, Alex optó por guardar silencio. Era una jugada tramposa, por lo que su neutralidad lo mantuvo a salvo. Tae esperaba reavivar la pataleta con una negación o aceptación de su parte. La chica chasqueó la lengua al no obtener la respuesta que esperaba. Tendría que empezar a ser más creativa.
Ante la falta mutua de interés Tae terminó recostada sobre la cama mirando el techo. Alex se quedó a su lado, una risa suave hizo el ambiente más ameno. Había sido una idea desastrosa y el resultado era prueba de ello.
—Pareces muy cómoda—inquirió risueño. Tae azotó una almohada contra su rostro, negando bruscamente algo que era tan obvio. Admitirlo por su propia cuenta era una cosa, pero que otro se lo dijera le subía los colores y le calentaba las orejas.
Un inconfundible gruñido le hizo suponer a Alex que había tocado el interruptor indebido. Medio giró su rostro con la intención de disculparse. Una pena que la disculpa quedase en las ganas por estar siendo víctima de un beso lánguido que culminó cuando hizo falta el oxígeno.
Se observaron con horror y gritaron al unísono. Por razones completamente diferentes y con el pánico como único factor común.
—No puedo hacerlo—
—¿Vas a rendirte y no lo intentarás?—Alex no supo si aquel descaro provenía tras haber sido violentado por unos dientes salvajes o fijo porque a pesar de que el beso fuese terrible había conseguido despertar algo en él que tenía una localización segura en su bajo vientre.
—¡Uuuugg!—quejó Tae, escondiendo el rostro sobre una almohada. Un golpe directo al orgullo y otro más a la deuda contraída. Durante la madrugada la conversación había surgido así sin más. Experimentar con un ojete conocido a que con un ojete por conocer. A plena luz del día las ideas cobraban otro peso, pero tampoco es como si hubiese dado luces de algún arrepentimiento. Aun bajo su propia presión, no mostraba ningún ánimo de retroceder— ¡No seas ridículo!—respirando todo cuanto le fue posible, Tae dejó de subestimarse y se montó sobre él.
Mierda.
—…O lo dejamos aquí— murmuró tenso, con las manos de la chica aferrándose a sus hombros. Alex se imaginó de muchas formas posibles y en cada una de ellas era irremediablemente ahorcado por Tae. No quería que su primer intento de mantener una pseudo relación sexual acabase en homicidio ¡aún quedaba tanto por hacer!
—¡Quédate quieto!—el aludido bufó y replicó con un “puta la wea” que fue incomprensible para Tae. La gente lo hacía parecer tan fácil. Su dilema mental recaía en la ignorancia. La adicción a las vergas que tenían sus fuentes más confiables no eran de ninguna ayuda y claramente internet ofrecía de todo, menos lo que necesitaba.
No quería conmover al otro, pero se acercaba. En el fondo Tae era inocente y excesivamente torpe, sus habilidades estaban ubicadas en otras áreas tan a tope que olvidaba todo lo demás. Sostenía su rostro (gracias a Dios, ya no era su cuello ni sus hombros) y presionaba sus labios sin ninguna otra iniciativa. Tuvo que ser él quien se otorgó la libertad de ser, para variar, para dominar un choque de rostros al que por fin le dio forma de beso. Se le hizo sencillo marcar el ritmo a pesar de estar escuchando el redoble de tambores del infierno que se oían en las películas de terror y no el coro de los ángeles como había supuesto que sería.
No tardó en dejar su tacto tibio en la espalda de la chica y aunque su semblante no se turbó, sus mejillas si cargaban un colorete rojizo imposible de ocultar. Ella misma guío sus manos, colocándolas con firmeza sobre sus glúteos. El mensaje fue fuerte y claro. Tae ahogó un gemido en lo que se devoraba la boca contraria ya menos parca que antes y mucho más confiada. Había comenzado a notar una dureza bajo su cuerpo que consiguió que incrementara el vaivén de sus caderas. Vaivén que no se percató que hacía hasta ese momento.
La ropa que no molestaba minutos atrás ya se hacía irritante. Alex comenzaba a tener una fastidiosa sensación de dolor en la entrepierna, sintiéndose atrapado en su propia prenda. Los movimientos sobre su miembro ya erecto eran cada vez más rápidos y Tae no le daba tiempo ni de procesar. Restregaba ambas zonas ya húmedas sin contemplaciones, mordiéndole los labios, intentando esconder gemidos placenteros que aumentaban el calor de ambos cuerpos.
Los movimientos dejaron de ser inconsistentes, encontraron un ritmo en común. Pero no dejaban de ser inexpertos. Alex ni siquiera consiguió quitar el brasier deportivo para saber cómo se sentirían unos pechos reales contra sus manos cuando su respiración entrecortada dio un abrupto final.
—Te corriste—soltó Tae, sin vaselina. Disfrutando de haber conseguido algo. Alex ladeó el rostro, tragando saliva.
—Eso parece…—
—¡Yo también! Creo…—su respiración seguía agitada, por la agresividad de los movimientos y también por la ansiedad. No parecía decepcionada y eso lo tranquilizó. No habría soportado escuchar alguna queja, aunque Tae se quejaba bastante y estaba medio acostumbrado a ello— pensé que gritarías como las tortugas de tierra—aportó innecesariamente.
—Te dije que era más silencioso.
Y ella no era para nada como un robot. Finalmente no hubo desperdicio alguno, excepto en los condones que no utilizaron. Ese era un nivel que no estaba seguro de querer desbloquear.
Alex podía sentirse satisfecho consigo mismo. El honor estaba intacto, tanto como sus bóxer. Las ropas seguían en sus lugares correspondientes y todo era incómodo entre los dos. No serían ellos mismos si marchara todo bien.
Tae, más interesada en el decorado de su habitación, parecía haber postergado el berrinche inicial. Luego de fulminarlo con la mirada y cruzarse de brazos sobre el edredón por quien sabe cuántos minutos, por fin, se dignaba a realizar algún movimiento que no fuese en su contra.
—Esto es absurdo—no podía estar más de acuerdo, sin embargo, Alex optó por guardar silencio. Era una jugada tramposa, por lo que su neutralidad lo mantuvo a salvo. Tae esperaba reavivar la pataleta con una negación o aceptación de su parte. La chica chasqueó la lengua al no obtener la respuesta que esperaba. Tendría que empezar a ser más creativa.
Ante la falta mutua de interés Tae terminó recostada sobre la cama mirando el techo. Alex se quedó a su lado, una risa suave hizo el ambiente más ameno. Había sido una idea desastrosa y el resultado era prueba de ello.
—Pareces muy cómoda—inquirió risueño. Tae azotó una almohada contra su rostro, negando bruscamente algo que era tan obvio. Admitirlo por su propia cuenta era una cosa, pero que otro se lo dijera le subía los colores y le calentaba las orejas.
Un inconfundible gruñido le hizo suponer a Alex que había tocado el interruptor indebido. Medio giró su rostro con la intención de disculparse. Una pena que la disculpa quedase en las ganas por estar siendo víctima de un beso lánguido que culminó cuando hizo falta el oxígeno.
Se observaron con horror y gritaron al unísono. Por razones completamente diferentes y con el pánico como único factor común.
—No puedo hacerlo—
—¿Vas a rendirte y no lo intentarás?—Alex no supo si aquel descaro provenía tras haber sido violentado por unos dientes salvajes o fijo porque a pesar de que el beso fuese terrible había conseguido despertar algo en él que tenía una localización segura en su bajo vientre.
—¡Uuuugg!—quejó Tae, escondiendo el rostro sobre una almohada. Un golpe directo al orgullo y otro más a la deuda contraída. Durante la madrugada la conversación había surgido así sin más. Experimentar con un ojete conocido a que con un ojete por conocer. A plena luz del día las ideas cobraban otro peso, pero tampoco es como si hubiese dado luces de algún arrepentimiento. Aun bajo su propia presión, no mostraba ningún ánimo de retroceder— ¡No seas ridículo!—respirando todo cuanto le fue posible, Tae dejó de subestimarse y se montó sobre él.
Mierda.
—…O lo dejamos aquí— murmuró tenso, con las manos de la chica aferrándose a sus hombros. Alex se imaginó de muchas formas posibles y en cada una de ellas era irremediablemente ahorcado por Tae. No quería que su primer intento de mantener una pseudo relación sexual acabase en homicidio ¡aún quedaba tanto por hacer!
—¡Quédate quieto!—el aludido bufó y replicó con un “puta la wea” que fue incomprensible para Tae. La gente lo hacía parecer tan fácil. Su dilema mental recaía en la ignorancia. La adicción a las vergas que tenían sus fuentes más confiables no eran de ninguna ayuda y claramente internet ofrecía de todo, menos lo que necesitaba.
No quería conmover al otro, pero se acercaba. En el fondo Tae era inocente y excesivamente torpe, sus habilidades estaban ubicadas en otras áreas tan a tope que olvidaba todo lo demás. Sostenía su rostro (gracias a Dios, ya no era su cuello ni sus hombros) y presionaba sus labios sin ninguna otra iniciativa. Tuvo que ser él quien se otorgó la libertad de ser, para variar, para dominar un choque de rostros al que por fin le dio forma de beso. Se le hizo sencillo marcar el ritmo a pesar de estar escuchando el redoble de tambores del infierno que se oían en las películas de terror y no el coro de los ángeles como había supuesto que sería.
No tardó en dejar su tacto tibio en la espalda de la chica y aunque su semblante no se turbó, sus mejillas si cargaban un colorete rojizo imposible de ocultar. Ella misma guío sus manos, colocándolas con firmeza sobre sus glúteos. El mensaje fue fuerte y claro. Tae ahogó un gemido en lo que se devoraba la boca contraria ya menos parca que antes y mucho más confiada. Había comenzado a notar una dureza bajo su cuerpo que consiguió que incrementara el vaivén de sus caderas. Vaivén que no se percató que hacía hasta ese momento.
La ropa que no molestaba minutos atrás ya se hacía irritante. Alex comenzaba a tener una fastidiosa sensación de dolor en la entrepierna, sintiéndose atrapado en su propia prenda. Los movimientos sobre su miembro ya erecto eran cada vez más rápidos y Tae no le daba tiempo ni de procesar. Restregaba ambas zonas ya húmedas sin contemplaciones, mordiéndole los labios, intentando esconder gemidos placenteros que aumentaban el calor de ambos cuerpos.
Los movimientos dejaron de ser inconsistentes, encontraron un ritmo en común. Pero no dejaban de ser inexpertos. Alex ni siquiera consiguió quitar el brasier deportivo para saber cómo se sentirían unos pechos reales contra sus manos cuando su respiración entrecortada dio un abrupto final.
—Te corriste—soltó Tae, sin vaselina. Disfrutando de haber conseguido algo. Alex ladeó el rostro, tragando saliva.
—Eso parece…—
—¡Yo también! Creo…—su respiración seguía agitada, por la agresividad de los movimientos y también por la ansiedad. No parecía decepcionada y eso lo tranquilizó. No habría soportado escuchar alguna queja, aunque Tae se quejaba bastante y estaba medio acostumbrado a ello— pensé que gritarías como las tortugas de tierra—aportó innecesariamente.
—Te dije que era más silencioso.
Y ella no era para nada como un robot. Finalmente no hubo desperdicio alguno, excepto en los condones que no utilizaron. Ese era un nivel que no estaba seguro de querer desbloquear.
Assim Al Saud
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por Maru Lun Oct 15, 2018 8:42 pm
No tenía idea de cómo había llegado a esa situación. Lo único que recuerda que es que tenía muchas ganas de salir esa noche, después de tanto estrés del trabajo y las clases necesitaba despejarse, así que lo hizo.
Aún no conocía mucho de la ciudad y le dijo a Agus para visitar algún buen sitio. Terminaron yendo a un pub que no estaba mal. De hecho, las bebidas eran exquisitas y tal fue eso lo que lo llevó después a como estaba ahora. Se había puesto contento, muy contento, y se puso a bailar con Agus hasta que sin querer lo perdió de vista, aunque no le molestó realmente. Para cuando se quiso dar cuenta, había alguien detrás suyo siguiendo sus movimientos y pegándolo contra su cuerpo en los momentos en que la música se ponía aún más buena. Bailó tanto que terminó agitado y cuando se dio la vuelta para decirle a esa persona que iría a buscar algo para tomar lo único que pudo sentir fue su boca pegada a la suya.
No lo pensó realmente, esa noche no quería hacerlo al menos, así que correspondió con vehemencia. Sabía a cigarrillos y wisky, no debía ser tan diferente de él, aunque no haya fumado aún. Se dejó llevar por él y de nuevo empezar a bailar sin despegarse demasiado, de pronto ya no sólo lo pegaba a su cuerpo, comenzó con su cintura y descendió hasta colarse debajo de su camiseta, él enroscó sus brazos por su cuello, notando que eran casi de la misma estatura. Abrió los ojos y los hizo separarse un poco, necesitaba conocer el rostro de quién estaba besando esa noche, pero sinceramente Nath sabía que se olvidaría de él luego de que el efecto del alcohol desapareciera. Él volvió a arrastrarlo hasta su boca, pero esta vez fue más caliente, si era el ambiente o ellos, no le importó, así que buscó su celular y le envió un mensaje a Agus diciéndole que él había encontrado algo que hacer y que se iría primero.
Lo llevó a su nuevo hogar, pero todo eso sabiendo que Zezé realmente no estaría ahí. ¿Tal vez se sentía solo y por eso sintió la necesidad de salir? No lo sabía, a lo mejor habría encontrado otra excusa estando él ahí. Con algo de torpeza metió las llaves, lo hizo entrar y la volvió a cerrar, no quería más que un solo intruso ahí.
-Bueno, ¿qué esperamos?- le dijo en un susurro y comenzó a besarlo de nuevo. Caminó hacia atrás para
dirigirlos a su cuarto, chocando un par de veces con los pocos muebles que tenían. Al entrar, decidió cambiar los papeles, lo sujeto de su camiseta y de un solo golpe lo arrojó a la cama y se sentó a horcajas, ahogando una risa ante la sorpresa del otro- Tranquilo, no voy a hacerte nada que no quieras.
-Entonces deja de hablar y hazlo- retó y sujetó sus caderas justo encima de su entrepierna para hacerle saber que todo eso ya lo estaba poniendo duro.
-Ah, ah, demasiado rápido- jadeó al sentirlo. Se agachó de nuevo a besarlo y comenzó a sacarle su camiseta de a poco, mientras que él hacía lo mismo con la suya. Besó su cuello y pecho hasta bajar lentamente hasta sus pantalones, no perdió tiempo valioso y lo desabrochó con rapidez, sacando erecto pene. Lo rozó con los labios un par de veces y luego comenzó a lamerlo, de arriba hacia abajo y viceversa, escuchaba los gemidos ir en aumento y después cada vez más fuertes. Eso solo hizo que pusiera más empeño en su labor, lo sostuvo con más firmeza y comenzó a usar un poco sus dientes, solo dando suaves toques para lograr que se estremezca, y después se lo metió completo en la boca. Él agarró sus cabellos para marcar su ritmo, y a la tercer o cuarta mamada lo escuchó.
El ruido de las llaves.
Miro de reojo hacia su acompañante, que parecía más concentrado en que se lo siguiera chupando y no pareció darse cuenta de que ya no estaban solos en la casa. Sacó el pene de su boca y con la mano hizo un par de movimientos para que siguiera concentrado mientras que él volteaba a su puerta. La maldita estaba abierta, no de par en par, pero si lo suficiente para que se vea todo.
Y, carajo, eso no le molestó para nada.
Decidió que no dejaría que él se fijara en ese detalle, rápidamente le quitó los zapatos y terminó de bajar sus pantalones, haciendo lo mismo con los suyos. Se colocó encima de nuevo, rozándolo con más ahínco, pero él lo agarró de la nuca para besarlo y con su otra mano empezó a recorrer con más libertad su cuerpo desnudo, al llegar a su trasero lo palmeó y agarró un par de veces antes de meter un dedo. Nath jadeó con fuerza, no solo por la intromisión, sino también porque sintió algo más. Una sensación que conocía de antes, no precisamente en esas circunstancias, pero sí que ya le había pasado miles de veces. Sentía una penetrante mirada tras él, las veces que le pasaron eso fueron en situación de desagrado y hablar mal de él, pero esa vez no sabía cómo describirlo. Sabía que estaba mal dejar que viera, sabía que estaba mal excitarse aún más por eso, pero no podía evitarlo.
-Hazlo ya- le pidió moviéndose un poco, impaciente.
-¿Ahora quién va demasiado rápido?- lo sintió sonreír, pero no le importó, él mismo guio su pene y se dejó caer en él.
-¡Ah!- esperó un poco hasta acostumbrarse y luego empezó a moverse, más y más rápido. Puso sus manos en el barandal de su cama y sintió aún más placer al sentir que él también ponía la misma pasión. No sabía si su cama rechinaba demasiado, tampoco sabía si sus gemidos eran o no fuertes, lo único que sabía era que la mirada no había desaparecido y eso era lo único que le importaba.
Fuerte y profundo. Las estocadas eran cada vez más rápidas y sentía que no aguantaría mucho más, de pronto ya no estaba encima, sino debajo. El hombre lo acomodó un poco y volvió a embestirlo con fuerza, Nath se sostuvo de sus hombros y lo arañó tantas veces como quiso.
Justo cuando llegaba el final, cuando por fin sentía la gratificante liberación, dirigió su mirada hacia la puerta, alcanzado a ver solo un par de rulos irse de ahí. El orgasmo le pegó tan fuerte que tuvo que morder el hombro del chico para no gritar.
Jadeante, miró de nuevo hacia la puerta y se dejó caer en la almohada. Sonrió sin ganas y dejó que el otro cuerpo se acomodara encima, luego vería qué hacía con él.
-Bienvenido a casa, Zezé.
Aún no conocía mucho de la ciudad y le dijo a Agus para visitar algún buen sitio. Terminaron yendo a un pub que no estaba mal. De hecho, las bebidas eran exquisitas y tal fue eso lo que lo llevó después a como estaba ahora. Se había puesto contento, muy contento, y se puso a bailar con Agus hasta que sin querer lo perdió de vista, aunque no le molestó realmente. Para cuando se quiso dar cuenta, había alguien detrás suyo siguiendo sus movimientos y pegándolo contra su cuerpo en los momentos en que la música se ponía aún más buena. Bailó tanto que terminó agitado y cuando se dio la vuelta para decirle a esa persona que iría a buscar algo para tomar lo único que pudo sentir fue su boca pegada a la suya.
No lo pensó realmente, esa noche no quería hacerlo al menos, así que correspondió con vehemencia. Sabía a cigarrillos y wisky, no debía ser tan diferente de él, aunque no haya fumado aún. Se dejó llevar por él y de nuevo empezar a bailar sin despegarse demasiado, de pronto ya no sólo lo pegaba a su cuerpo, comenzó con su cintura y descendió hasta colarse debajo de su camiseta, él enroscó sus brazos por su cuello, notando que eran casi de la misma estatura. Abrió los ojos y los hizo separarse un poco, necesitaba conocer el rostro de quién estaba besando esa noche, pero sinceramente Nath sabía que se olvidaría de él luego de que el efecto del alcohol desapareciera. Él volvió a arrastrarlo hasta su boca, pero esta vez fue más caliente, si era el ambiente o ellos, no le importó, así que buscó su celular y le envió un mensaje a Agus diciéndole que él había encontrado algo que hacer y que se iría primero.
Lo llevó a su nuevo hogar, pero todo eso sabiendo que Zezé realmente no estaría ahí. ¿Tal vez se sentía solo y por eso sintió la necesidad de salir? No lo sabía, a lo mejor habría encontrado otra excusa estando él ahí. Con algo de torpeza metió las llaves, lo hizo entrar y la volvió a cerrar, no quería más que un solo intruso ahí.
-Bueno, ¿qué esperamos?- le dijo en un susurro y comenzó a besarlo de nuevo. Caminó hacia atrás para
dirigirlos a su cuarto, chocando un par de veces con los pocos muebles que tenían. Al entrar, decidió cambiar los papeles, lo sujeto de su camiseta y de un solo golpe lo arrojó a la cama y se sentó a horcajas, ahogando una risa ante la sorpresa del otro- Tranquilo, no voy a hacerte nada que no quieras.
-Entonces deja de hablar y hazlo- retó y sujetó sus caderas justo encima de su entrepierna para hacerle saber que todo eso ya lo estaba poniendo duro.
-Ah, ah, demasiado rápido- jadeó al sentirlo. Se agachó de nuevo a besarlo y comenzó a sacarle su camiseta de a poco, mientras que él hacía lo mismo con la suya. Besó su cuello y pecho hasta bajar lentamente hasta sus pantalones, no perdió tiempo valioso y lo desabrochó con rapidez, sacando erecto pene. Lo rozó con los labios un par de veces y luego comenzó a lamerlo, de arriba hacia abajo y viceversa, escuchaba los gemidos ir en aumento y después cada vez más fuertes. Eso solo hizo que pusiera más empeño en su labor, lo sostuvo con más firmeza y comenzó a usar un poco sus dientes, solo dando suaves toques para lograr que se estremezca, y después se lo metió completo en la boca. Él agarró sus cabellos para marcar su ritmo, y a la tercer o cuarta mamada lo escuchó.
El ruido de las llaves.
Miro de reojo hacia su acompañante, que parecía más concentrado en que se lo siguiera chupando y no pareció darse cuenta de que ya no estaban solos en la casa. Sacó el pene de su boca y con la mano hizo un par de movimientos para que siguiera concentrado mientras que él volteaba a su puerta. La maldita estaba abierta, no de par en par, pero si lo suficiente para que se vea todo.
Y, carajo, eso no le molestó para nada.
Decidió que no dejaría que él se fijara en ese detalle, rápidamente le quitó los zapatos y terminó de bajar sus pantalones, haciendo lo mismo con los suyos. Se colocó encima de nuevo, rozándolo con más ahínco, pero él lo agarró de la nuca para besarlo y con su otra mano empezó a recorrer con más libertad su cuerpo desnudo, al llegar a su trasero lo palmeó y agarró un par de veces antes de meter un dedo. Nath jadeó con fuerza, no solo por la intromisión, sino también porque sintió algo más. Una sensación que conocía de antes, no precisamente en esas circunstancias, pero sí que ya le había pasado miles de veces. Sentía una penetrante mirada tras él, las veces que le pasaron eso fueron en situación de desagrado y hablar mal de él, pero esa vez no sabía cómo describirlo. Sabía que estaba mal dejar que viera, sabía que estaba mal excitarse aún más por eso, pero no podía evitarlo.
-Hazlo ya- le pidió moviéndose un poco, impaciente.
-¿Ahora quién va demasiado rápido?- lo sintió sonreír, pero no le importó, él mismo guio su pene y se dejó caer en él.
-¡Ah!- esperó un poco hasta acostumbrarse y luego empezó a moverse, más y más rápido. Puso sus manos en el barandal de su cama y sintió aún más placer al sentir que él también ponía la misma pasión. No sabía si su cama rechinaba demasiado, tampoco sabía si sus gemidos eran o no fuertes, lo único que sabía era que la mirada no había desaparecido y eso era lo único que le importaba.
Fuerte y profundo. Las estocadas eran cada vez más rápidas y sentía que no aguantaría mucho más, de pronto ya no estaba encima, sino debajo. El hombre lo acomodó un poco y volvió a embestirlo con fuerza, Nath se sostuvo de sus hombros y lo arañó tantas veces como quiso.
Justo cuando llegaba el final, cuando por fin sentía la gratificante liberación, dirigió su mirada hacia la puerta, alcanzado a ver solo un par de rulos irse de ahí. El orgasmo le pegó tan fuerte que tuvo que morder el hombro del chico para no gritar.
Jadeante, miró de nuevo hacia la puerta y se dejó caer en la almohada. Sonrió sin ganas y dejó que el otro cuerpo se acomodara encima, luego vería qué hacía con él.
-Bienvenido a casa, Zezé.
Maru
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