Regalos de san Valentín <3

-¡Me da gusto volver a verte!-vocifero desde la distancia de aquel enorme parque central. Su rostro, apenas iluminado por los faroles dejaba entrever una descomunal sonrisa que se extendía por todo su jovial rostro. Con un andar efusivo dio zancadas hasta quedar a pocos pasos de su conocida, quien escondida detrás de una bufanda y una gorra susurraba un sumiso saludo que fue opacado por el fuerte viento que sopló en ese instante.

-Has crecido-Fue su espontaneo comentario a lo cual Abraham se tocó la cabeza sorprendido de su suspicacia a sus dos centímetros extras tan superficiales que ni sus más cercanos podían percibir. Sus ojos brillaron con picardía.

-Y tú te vez mucho más adulta-Pronuncio con un leve toque de nostalgia mientras introducía ambas manos al interior de su abrigo. Lottie desvió la mirada hacía otro sitio, sin molestarse en ocultar su fastidio, pues a pesar del tiempo Abraham continuaba con aquel semblante fresco y vivaz que hacía perder toda atención de la gélida noche que inundaba la ciudad, incluso la nieve que se había colado a sus botas parecía sentirse extravagantemente cálida.

-Supongo-contesto parca esperando que entendiera que era la alarma de escape. Más quien fue su amigo una vez estaba muy lejano a corresponder sus ideas. Para variar…

-¿Mañana es el gran día?-La rubia alzo la cabeza logrando que los tirabuzones de sus largos cabellos rebotaran de forma armoniosa esparciendo la nieve que se había acumulado sobre ellos. Parpadeo y ladeo su cuerpo con extrañeza con algunos flequillos escondiendo sus ojos, lo que le otorgaron un aspecto más adusto del que realmente quería ofrecer.

-Lo es. Al anochecer-Un silencio se formó entre ambos, uno que no duro más de un par de segundos, pero a vista de ambos se hizo casi perpetuo. No había nada de qué hablar, por más que trataran de forzarlo. Abry carraspeo con una risa contagiosa que le hizo formar una leve sonrisa que se camuflo perfectamente debajo de la bufanda afranelada.

-Debes estar emocionada-Balbuceo sin llegar a ser inentendible.

-Será el día más feliz de mi vida-A pesar de ser una afirmación, el tono de su oración acabo con una sugerencia de pregunta que para su ex amigo no pasó desapercibido. Se acercó hasta ella quedando a escasos centímetros de su cuerpo, notando como la temperatura suave de su persona empezaba a sofocarle a pesar de estar cinco grados bajo cero.

-¿Y por qué no te ves precisamente feliz?-Lottie se sintió ofendida, apretó el cejo hasta formar una arruga que no había estado allí en años haciendo que se volviera agradable y cercana. Bufo con hastió pisoteando más fuerte el suelo hasta hacerlo crujir bajo las suelas.

-Estoy feliz-Aseguró utilizando un gesto de absoluto convencimiento que fue oprimido por una palmada que acaricio su cabeza transformando su serenidad en una fachada que ya no podía esconder.

-Entiendo-Suspiro cansino al tiempo que retrocedía para formar apropósito una separación entre ambos, haciendo que su cuerpo se enfriará de pies a cabeza con un nudo en el estómago que a poco le hizo caer contra el suelo. Abraham sentía como si la vida se les estuviera escapando de las manos sin poder hacer nada para evitarlo. Pero eso era bueno ¿no? ¿No era eso lo que había estado buscando por tanto tiempo?

-¿Quieres venir?-La pregunta inesperada le produjo que su interior se revolviera peligrosamente haciendo que insólitas ideas viajaran de un lado a otro en su mente, por su parte, Lottie, arrepentida se abrazó a sí misma para controlar su impertinencia, más la respuesta le ocasiono un escalofrío tan intenso que sintió ganas de huir, lejos de allí para que nadie en la tierra la encontrase jamás.

-Me encantaría-Aclaro su voz atento a como la chica sacaba papel y lápiz de su bolso anotando la dirección y la hora de la celebración, considerando que a ella no le quedaba mayor opción, pues había cerrado todas las posibilidades de una pronta retirada con morderse la lengua y resistir a la tentación de hacer lo desvergonzado.

-Será en este lugar a las ocho y media-Trago en seco tras sentir como los labios se le iban secando aún sin haber realizado una gran conversación. Se despejo la voz tras toser un poco en una banal pretensión de poder encontrar la forma de despedirse y acabar con esa pesadilla. Le entrego el papel y un roce de manos le hizo tiritar y nada tenía que ver con el frío.

-Lottie ¡Cásate conmigo!-

-¿Eh?-Sus manos sufrieron de un repentino sudor haciendo que el ambas cosas cayeran de sus manos perdiéndose entre la nieve que caía cada vez con mayor brutalidad, como si también deseara que todo eso finalizara. Pasmada detuvo por instantes el palpitar de su corazón y experimento por ver primera el ahogarse con su propia lengua.

-Cásate conmigo. Ahora mismo, ya-Su voz sonó entrecortada, como su hubiera estado corriendo durante horas, con su mano alzada con los dedos estirados a la espera de que la tomara; y entonces…entonces pensaría que iba a hacer con lo que acababa de proponer, pues ese jamás había sido el plan.

-¡Estas demente!-Grito, eufórica tomando toda la velocidad que sus piernas le permitieron para salir de allí cuanto antes, cada dos por tres trastrabillaba y amenazo con caer bestialmente contra el suelo escarchado…y un poco más atrás arrastrando al sujeto más loco e insoportable con el que jamás se hubiera cruzado en su vida. Abry río esperando el momento para calibrar su ritmo, pero por más que se esforzaba no dejaba de ser el lazarillo que apenas si le seguía el paso, tropezando más veces de las que hubiera deseado.

-¡Esta noche!-Grito, pues parecía que si no lo hacía la chica jamás le escucharía, no había más de medio metro entre ellos y aun así parecían continuar en dos dimensiones completamente desconocidas.

-¡Como su hubiera sitio alguno donde hacerlo!-Gruño recolocando sus gafas al puente de su nariz, el vidrio estaba húmedo y empañado dándole una escasa visibilidad de su alrededor, motivo por el que supo que debía detenerse o acabarían perdidos en la inmensidad del parque en una noche tan helad como esa.

-Hahaha, seguro encontraremos uno-A medio camino de salir del parque se detuvieron para tomar aliento en una de las bancas, ignorando la nieve sobre esta se sentaron uno a cada lado con sus hombros haciendo un contacto que les mantenía con el cable unido a la tierra a medio tiempo. El silencio volvió a formarse entre ambos, uno más áspero que el de antes, pesado sobre sus espaldas y tan frívolo que causaba escalofríos. A pesar de que la tormenta se había detenido, muy en el fondo aun cargaban con una ventisca que les estaba confundiendo por dentro, solo la adrenalina y la emoción les tenía relativamente calmos.

-Que diría mi familia-Dijo Lottie mordiéndose con delicadeza el inferior del labio en tanto los latidos en el interior de su pecho empezaban a apaciguarse poco a poco. Una mano sujeto la suya entrelazando sus dedos los cuales encajaron a la perfección. Hundió su rostro en la bufanda, escondiéndose apropósito, deseando volver a ser invisible.

-Qué dirían mis amigos-Bromeo Abry, con un acontecimiento del que juro sería el único que jamás celebraría y que ahora parecía ser el que más anhelaba.

-Qué dirían mis hermanos-

-Qué diría mi novia-Un largo punto suspensivo rondo por el aire. Ninguno se atrevía, sabían que decir, como hacerlo y en que dar énfasis. Sabían lo que tenía que ocurrir en ese segundo antes de que fuera demasiado tarde, debía ser pronto o de lo contrario…

-Es una locura-La rubia jugueteo con sus manos, nerviosa sin poder ocultar una risa que no expresaba precisamente felicidad. Partió el hielo con tan fuerza que Abraham a poco pensó en caer, sintiéndose débil frágil y enclenque al lado de ella, incluso con los varios centímetros que le superaban de su diminuto cuerpo no eran nada que envidiar.

-Lo es-Rectifico con la garganta seca.

-Será mejor que me vaya a casa-Se puso de pie evitando a toda costa verle directamente a los ojos. Se reacomodo el abrigo color malva y ajusto la bufanda para luego guardar sus gafas evitando que se dañaran si es que de allí hasta a casa sufría algún contratiempo o accidente.

-Te llevaré…-La pálida mano de Lottie se alzó frente a sus ojos para detenerle.

-Solo hasta la parada del autobús-Advirtió resguardando su mano entre sus bolsillos para frenar todo aquello que pudiera surgir en ese diminuto transcurso. Se conocía muy bien y tendía a tachar de fracaso todo aquello que no había empezado bien, no era cuestión de ver el vaso medio lleno, solo eran probabilidades y estadísticas que no estaba dispuesta a tolerar por más que su pecho le indicara lo opuesto.

Lottie se apoyó en el marco de la parada encontrando muy interesante el color terracota de la baldosa el cual hacía un eco agradable cada vez que pisoteaba sobre ellos. Era muy tarde, pero las personas continuaban caminando por las calles allí donde estaba la avenida principal. Los autos pasaban lentamente frente a ellos iluminando el sitio que apenas era alumbrado por un pequeño farol que se posicionaba en el letrero con el horario diurno y vespertino en que pasaba el autobús.

-Debe estar preocupado. De que no hayas llegado a casa todavía-Abraham se cubrió la boca para bostezar atento a como Lottie presionaba el teléfono apagado por debajo del bolsillo de la chaqueta, pues el hacía exactamente lo mismo, desde hacía un rato que dejo de atender todas las llamadas sin importarle de quienes venían.

-Allí viene el autobús-Aviso sin responder a lo que había dicho, ya rebalsaba el borde de su límite de preocupaciones para agregar una más al montón y para ser sincera consigo misma no estaba segura hasta donde podrían llegar sus fuerzas.

El autobús se detuvo a su frente y las puertas abrieron delante de ella. Dos hombres mayores que acababan de llegar le tomaron la delantera interponiéndose entre sus pies y la escalera. Suspiro haciendo fila detrás de ellos notando como dentro de poco estaría allí dentro y por fin todo se acabaría. Se aclaró la voz dando media vuelta afirmando su mano en la baranda

-Dime ¿Me amaste alguna vez de verdad?-Su rostro se ruborizo y le fue imposible esconderlo por más que intento hacerlo. Abraham abrió su boca para responder a su pregunta, más gesticular asombro fue lo mejor que pudo dar de sí mismo, se inclinó tenuemente hacia atrás evadiéndola de lleno al tiempo que la puerta del autobús se cerraba en sus narices. Lottie apoyo una de sus manos en el vidrio sin dejar de mirarle esperando la única respuesta que aguardaba con el motor arrancando; sin obtener una vez más lo que quería desapareció al doblar por la esquina del final de la avenida.

-Siempre-susurro. Ella era así, frágil y sensible al mundo. Dulce y divertida, pero también podía ser fría y cortante si eso significaba el bien de los demás. Ella velaría por otros antes que para sí misma, nunca pensaría en lo que deseaba o quería hacer de verdad y eso la convertía en ella. Justa y a veces exageradamente paciente; ridícula y estúpida en todos los sentidos. Él era inseguro, egoísta y caprichoso, no podía permitirse que se equivocara de ese modo otra vez. Sabía lo valiosa y lejana que era, sabía que él era el incorrecto, el no correspondido y dolía bastante asumirlo.

¿Habría bajado del autobús si hubiera sido honesto? Jamás lo sabría. Pero una cosa era segura, Lottie seguiría feliz siendo ella, una mujer de nieve; suave hasta el encanto y a veces tan fría que hería. No podía ser de otra forma.

La cosa es así: la gente dice que uno puede tener muchos amigos para diferentes ocasiones, cómo para salir de fiesta, los que te pasan las tareas, amigos con derechos, con los que hablas cuando estás aburrido, etc; pero que uno sólo tiene como dos mejores amigos, esos que están ahí incondicionalmente para ti por sobre todas las cosas. que te apoyan y te jalan las orejas cuando tienen que hacerlo, que te soportan en tus peores y más ridículos momentos. Amigos que dejan de ser amigos para volverse familia. Jean-Pierre podía llenar listas y listas de las primeras categorías de amigo pero no poseía ni uno para la última.

O al menos hacía había sido en su tiempo.

Jean-Pierre yacía en el sillón de la sala de aquel enorme lugar, sin mucho que hacer más que arreglarse las uñas y prestar media atención al ruido que hacía la televisión. Para ser un día de los enamorados no había mucho movimiento, algo esperado de la casa (CB(?) Había planes para en la noche pero más allá de eso, el lugar era inundado en un aburrido silencio. Eso molestaba a Jean-Pierre.

Tan sumido estaba en sus uñas que no se esperó el repentino salto sobre su regazo, aun que más que saltó pareció un intento de tacleada que le hizo soltar un grittio de sorpresa "JP~" chilló la rubia que había intentado matarlo del susto "¡Robin!" era más saludo que regaño pero bueno, nunca había regañado a la pequeña americana de verdad. Ella rodó fuera de su regazo y se acomodó en el lugar al lado de él.

"Happy Valentin¿s Day~!!" exclamó mientras le pasaba una tarjeta echa mano de color rojo. Jean-Pierre tomó la dicha carta y la examinó; parecía haber sido echa por un niño de prescolar, con brillantina regada sin ton ni zon por toda la cartulina mal recortada y por alguna razón la americana sintió apropiado pegarle algo de sopa cruda, un enorme listón rojo estaba pegado en la esquina; por dentro había todavía más brillantina que varia de ésta había caído en sus jeans, con marcador negro había escrito "HAPPY <333 DAY~~ JP" y un dibujo de los que él suponía, eran ellos dos abrazados. Jean-Pierre sonrió feliz ante la tarjeta, jamás había recibido regalo tan íntimo de alguien ajeno a su familia. "Gracias, Robin. Feliz días de los enamorados para ti también" dejó la carta en la mesita de noche y se inclinó para abrazar a Robin "Yo también tengo un regalo para ti, pero no será hasta más tarde" dijo una a vez se separaron del abrazo. La americana asintió.

Lo siguiente ocurrió en cámara lenta ante sus ojos.

Por el brillo en los ojos verdes y la pequeña sonrisa en los labios ajenos supo que Robin había o tenido una brillante idea o había captado algo interesante que él no podía ver por su posición. No tuvo tiempo para voltearse cuando escuchó el grito de "YUN, HAPPY VALENTINE'S DAY" y de repente había mucha peor mucha brillantina por todos lados y luego la estridente risa de la anglo-americana. Él que no había sido la víctima principal se había visto atrapado en el fuego cruzado.

"¡¿Pero qué demonios, Robin?! " Yun gritó furioso, tan cubierto en brillantina que Robin se volvió a reír, incapaz de tomar en serio (Aun que nunca lo había hecho) a Yun, incluso Jean-Pierre soltó una risa al ver a su amigo sacudiéndose brillo del cabello sin mucho éxito, aun que él no era quién para hablar pues también se había visto víctima del brillo.

"Sorry not sorry" dijo Robin entre risas. Se acercó momentos después a sacarle el exceso de brillo del mayor aun que sin mucho resultado; la brillantina era difícil de sacar.- "Me sobró brillantina de las tarjetas que hice, so" explicó para luego darle al asiático su respectiva tarjeta, no muy diferente a la  de Jean-Pierre.- "Gracias...creo".

"So ¿Alguno tiene planes para esta noche?" Robin volvió a tomar su lugar en el sofá y Yun pronto se unió sentándose hasta el otro extremo.- "Algo así como una cita, para la fiesta que habrá en la noche. Yo iré con Orqui, obviamente~" dijo con una enorme sonrisa en su rostro. Paciente esperó a que alguno de sus amigos hombres respondiera la pregunta echa.

"No cita" respondió Jean-Pierre .- " Aun que eso  no me detendrá de pasar un buen rato" asintió convencido de sus palabras "Y tal vez tenga algo de suerte, si sabes algo que me refiero" debió haber movido sus cejas de manera muy extraña y graciosa pues le arrancó a Robin una risa y a Yun una diminuta sonrisa.

Los dos rubios fijaron sus miradas en su amigo Yun, expectantes de su respuesta, quién solo atinó a desviar sus ojos con el ceño fruncido peor eso nunca habías desalentado a Robin y JP, cuando querían saber algo terminaban sabiendo ese algo aun que fuera lo último que hicieran. Yun gruño exasperado.- "No "dijo a secas y con los brazos. Obviamente no tenía cita, o sea(?) Robin le abrazó cariñosa del brazo.

"Aww, pero no te apures amigo" Yun le veía con su típico ceño fruncido, parecía que no deseaba el contacto de la rubia aunque no hizo mucho por apartarse.- "Seguro que tú también tienes algo de suerte si sabes a lo que me refiero." Jean-Pierre debía admitir, Robin movía las cejas de manera más graciosa que él.

"Si, además " Jean-Pierre se inclinó, dejando a Robin en una especie de sandwich, aplastada contra el brazo de Yun aunque no pereció molestarle mucho, para poder rodear con su brazo a Yun por los hombros.- "Si te sientes solos siempre puedes venir conmigo para algo de compañia amigable~" el tono bajo y sugestivo con el que dijo "compañía" seguramente fue lo que hizo que Yun se sonrojara hasta las orejas. Jean-Pierre río con ganas, disfrutando (Como siempre) de hacer sonrojar a Yun con los comentarios más fáciles. Robin fue rápida en unirse haciendo que Yun desviara la mirada enojado.

"Ustedes son de lo peor"

Más tarde esa noche la sala en la que antes habían estado con silencio que solo era ahogado por sus risas y chillidos de Robin, ahora parecía ser un lugar completamente diferente. Los gritos de la gente era sólo opacada por la estridente música, luces de colores hacían de aquel lugar parecer un verdadero club nocturno. Había una mesa llena de pastelitos, pasteles, ponche y obviamente, cortesía de Deian y Raz, varias botellas de alcohol variado desde tequila, vodka, ron, whisky, mezcal, entre otras bebidas típicas de las diferentes nacionalidades. Obviamente el desastre se había desatado hacía un buen rato en aquel lugar, con algunos borrachos por ahí armando escándalo y otros, bueno, sólo digamos que ya se habían retirado a ciertos lugares oscuros para hacer actividades más recreativas. Jean-Pierre por su parte, se encontraba bailando en la zona de baile improvisada acompañado por varias personas y aun que hubiese estado solo, él amaba tanto bailar que no le hubiese importado estar solo ahí. Hacía ya horas que había perdido de vista a sus dos amigos, aun que se imaginaba dónde estaban, los conocía tan bien que podía ver a Robin siendo toda cursi con Orqui en una zona alejada de todo el alboroto o a Yun inmerso en una extraña situación con Dae. Estaba feliz por sus amigos, realmente lo estaba.

Se salió de la pista, jadeando para poder recuperar el aliento y se fue a sentar, no sin antes preparase una bebida. Ya con trago en mano se dedicó a observar a todas las personas ahí. era lindo que aún con tanto alboroto había algunos que se mostraban tímidos y hasta avergonzados, no podía decir por qué pues no los conocía a todos ahí pero aún así podía detectar a algunos que  se morían de nervios al entregar sus regalos de San Valentín, eso le causaba ternura. Hasta que su mirada se detuvo en una pareja que se abraza con tanto cariño, casi como si todo el alboroto no estuviese corriendo, que por unos segundos sintió como su pecho se encogía y realmente no entendía porque de repente se sentía aquello.

Se forzó a retirar la mirada.

Por el rabillo captó al inconfundible rubio de su amiga y dirigió toda su atención a ese momento en particular. No pudo evitar sonreír al ver de como la siempre enérgica y sin penas de Robin ahora se mostraba tímida y tan fuera de sí frente a Orqui, aun estando tan lejos podía verla sonrojar y hasta la podía oír tartamudear. Se sintió orgulloso de la menor cuando, una vez acumulado el coraje suficiente, tomó el rostro de su novia para besarla. Y no a muchos metros de ahí vio a Yun teniendo, para los ojos ajenos que no le conocían, algo parecido a una discusión con Dae pero él sabía mejor que todos ahí que esa no era ninguna discusión seria, eso era algo más, incluso si ellos no lo sabían del todo. Se acabó el trago. Estaba realmente feliz por sus amigos, simplemente verlos así de felices de contentos le bastaba para renovar sus energías y dejar todo lo inservible en el olvido.

Se levantó y volvió a la pista de baile.

Fue unas horas después que sintió una mano amigable enredarse en su brazo, sabía quién era incluso antes de voltearse, así que no fue sorpresa ver la amigable sonrisa de Robin y el ceño fruncido por costumbre de Yun, al quién Robin traía de la mano probablemente para evitar que huyera.

Así que si, Jean-Pierre tiene muchos tipos de amigos; unos le ayudan con las tareas, otros para ir de jerga y otros eran amigos con derechos y así en más. Pero, después de mucho tiempo al fina había logrado completado la última de las listas, que no sería más grande que una servilleta, honestamente no podría importarle menos. Al fin había podido encontrar a su familia por elección, personas que, podía asegurar, estarían con él para las buena y malas, para soportar sus tonterías y darle un hombro en el que llorar cuando lo necesitara. Robin y Yun era, realmente, sus hermanos ajenos a la familia de sangre.

Y Jean-Pierre no podría estar más feliz.  

”Por accidente, los vi. Así que escogiste a esa chica, ¿verdad? Sé que ella te conviene más, pero no pude evitar sentirme triste después de ver una sonrisa que jamás había visto…”

Charlotte se escondió detrás de la pared rápidamente, esperando que nadie la hubiese visto. Había salido a comprar algo que necesitaba en casa, y para su mala suerte, el día en el que se había arreglado para salir sería el día en el que tenía que encontrárselo. Cerró los ojos, contando hasta diez antes de asomar de volverlos a abrir y asomar lentamente su cabeza. A lo lejos los veía, entre la multitud. Presionó sus labios de tal manera que se hicieron una línea blanca. Es que no podía evitarlo.

¿Quién era esa chica, ahora? Ni siquiera tenía pistas de conocerla. Su cara le era tan desconocida que ni siquiera se tomó la molestia al final de marcar su rostro. Ya había tratado antes y después de ver tantas cara había dejado de registrarlas, llenó su memoria de rostros y había tenido que borrarlos uno a uno.

Pero, aún así, la chica no importaba, si no importaba el chico que estaba al lado de ella. Se veía un poco más diferente, pero se veía exactamente igual. Claro, no es que hubiese pasado tanto tiempo pero cada vez más se sentía más sola.

Sintió como su vista se empaño cuando le vio sonreír. Al parecer esa chica era diferente… o él había cambiado. Porque después de tantos años de amistad, ella solo había conseguido sonrisas amistosas hasta donde recordará. Y aparentemente eso era lo que ella iba a ser para él, una simple amiga.

Se volvió a recargar contra la pared mientras se tallaba los ojos por debajo de los lentes. Tenía que irse, ahora.

”…¿Por qué no puedo ser yo? ¿Por qué no puede ser cualquiera, pero tú…?”

Se lo había preguntado tantas veces. ¿Por qué ella no podía calificar? ¿Qué había de malo en ella? ¿Acaso era su actitud? ¿Su físico? ¿Qué era? Por qué podía intentar…

-No puedes.-Murmuró en el vacío de su habitación, sentada en su cama. Sostenía entre sus manos una rosa que se secaba cada vez más y más. Deseaba haber podido jugar con ella como cualquier adolescente, pero ella ya sabía la respuesta. Desde hace tiempo había dejado de hacerse ilusiones.

”…Y sin embargo me gustas…”

Después de como la había rechazado. De saber que lo único que él buscaba eran chicas diferentes a ellas. ¿Cuántas veces le había roto el corazón? Él en persona, solo una vez. Pero ella misma se había roto el corazón, sola. No por accidente, simplemente ponía sus pies en la tierra.

Y, aún después de mucho tiempo, todavía sentía como el estómago se le encogía cuando le veía sonreír. Después de mucho tiempo, cuando ella se dijo que había que olvidarlo, volvió al mismo círculo del cual no podía escapar. Se sentía como si hubiese caído en un remolino o la hubiese atrapado un huracán.  

”…Estos sentimientos no pueden llegar contigo. Me escondo en mi corazón, esto es muy doloroso que hasta es difícil respirar…”

Se llevo su mano derecha a su pecho, más específicamente en el lugar donde estaba el corazón. Al principio, siempre le dolía. Era un dolor intenso que no podía controlar.

Había momentos en los cuales cuando le dolía el –corazón- también se le hacía trabajoso respirar. Muchas veces había deseado que fuera una enfermedad, una simple enfermedad de la cual pudiera deshacerse. Poder ir al médico y tener un diagnóstico de que era lo que tenía, poder tener una receta, poder comprar medicinas y consumirlas cuando su horario le dijera, y cuando por fin se acabarán las pastillas y tratamientos, poder no sentir nada. Nada respecto a él.

Pero, lamentablemente, no lo era. No podía simplemente buscar en internet “¿Por qué me duele el corazón y no puedo respirar bien?” y deshacerse de su problema. Tenía que afrontarlo, poder vivir con ello.

Y así lo hizo, pues fue capaz de vivir con ese dolor en el pecho, y aprendió a respirar calmadamente, pero el sentimiento no se iba. Tenía una enfermedad crónica.

”…¿Seguiré amando de esta manera? Si yo amara a una persona que me amara, eso sería bueno…”

Tal vez, si hubiese hecho las decisiones correctas, no hubiese estado en tantos líos. Si… no hubiese estado en el lugar incorrecto, con las personas incorrectas, su hubiera salvado de conocerlo. Si no le hubiese seguido el juego, no estaría poniendo los marcadores de los -10 puntos que tenía. Si no hubiese jugado en primer lugar. Tal vez, si Michelle y ella no se hubieran separado, todavía estarían juntas, sin tener que lidiar con la soledad.

Eso hubiese sido genial. ¿No?

Pero la respuesta correcta era que si se hubiese enamorado de una persona con la que tiene oportunidad, sería correspondida. Si alguien la amara, si tuviera un amor mutuo, ahora ella estaría feliz. Sin problemas en el amor.

Pero todos saben que ese tipo de cosas no pasan tan rápido como uno quiere. No es cuestión de pedir un deseo a una estrella, repetirlo 3 veces y no contarle a nadie para que se arruine, o aventar una moneda al fondo de un pozo, que se había dado cuenta a la quinta moneda tiro, pensando que tal vez no había sido específica, o había abierto un poco los ojos. Pero no, solo fue la realidad dándole una cachetada.

”…Si hubiera alguien como tú, con tu personalidad. Con una cara como la tuya, eso sería bueno….”

Era imposible, ella ya lo sabía. Pero siempre están los universos alternos. Cada cuando, se preguntaba como estaría su yo alterno. ¿También tendría un él que le rompa el corazón? ¿O por el hecho de ser un universo alterno le quitaba esa posibilidad? A lo mejor, ella tenía un Abraham a sus pies, pero su yo alterno le ignoraba.

Vaya, si eso fuese realidad, entonces con mucho gusta estaba dispuesta a cambiar de Abrahams…
Claro, la condición que había era que fueran idénticos físicamente. El mismo cuerpo, la misma condición. La misma sonrisa. Y obviamente idénticos psicológicamente. Su misma personalidad, sus emociones, sus sentimientos…

[i]…”Diciendo algo tan estúpido, tome un poco de café para ocultar mis deseos…”

Y obviamente, Charlotte, lo que está pensando es reverendamente estúpido. Si fuera el mismo Abry, entonces de todos modos no tendrían oportunidad. No habría cambio alguno.

Tomo un sorbo de la taza enfrente a ella. Si era así, entonces Abraham no era el que necesitaba cambiar, si no ella. Pero, pensándolo mejor, eso también sonaba reverendamente estúpido. Todos cambian, pero no al mismo ritmo y aunque puede que no sea la misma de aquí a quince años, las probabilidades no estaban de su lado.

Anotó mentalmente un -11.

”…Pensé en renunciar una infinidad de veces. Traté de odiarte en diferentes ocasiones, pero…”

Porque así todo sería más fácil, ¿No?

Ella podría concentrarse en lo de ella y él en lo suyo. La vida sería más simple.

Y de ese mismo amor que ella sentía, empezó a crecer el rencor, el odio. Una sombra que la devolvía a la realidad. Que le repetía todo lo malo que le estaba causando estar así. Le susurraba al oído todo lo que podía despreciarle, y se hacía una lista enorme.

Pero siempre revisaba su lista, y siempre terminaba borrando cosas que no. Le daba justificación o se hacía la distraída. Cada cosa de él tenía su encanto, y aunque le doliera, no podía odiarle enteramente. Le odiaba por haberla enamorado, pero fue culpa de los dos.

”…Solo un poco más y de esta manera, me voy a engañar. Me siento tan sola, quiero oír tu voz…”

Esa era una experiencia que nunca olvidaría. La repetía en su mente cuando sentía que estaba a punto de olvidarla, pero era imposible. ¿Cómo olvidar algo así? Si había causado tanto impacto en ella.

Todavía recordaba cómo se sintieron sus caricias. Piel contra piel. Aún recordaba su aroma. Todas las sensaciones que le hizo sentir aquella noche. Los ruidos de la habitación y las calmadas respiraciones después de aquella maravillosa sensación.

Lástima que también recordaba las razones por la cual lo había hecho. Sabía del “corazón roto” del chico, y ella solo fue una manera de descargarse. Sabía que lo lamentaría después, pero ahora que lo tenía tan cerca, tan perfecto, tan él, que no podía quejarse. Guardó en su memoria cada momento, y ella mima tuvo que tomar el brazo ajeno y colocarlo alrededor. Porqué quería saber cómo se sentía, al menos una vez. Le fascinó la manera en la cual sentía el peso del brazo del chico contra su cuerpo. No durmió bien esa noche, no quería dormir, porque sabía que cuando despertará, ya no iba a estar con ella.

Ahora solo le quedaba recordar. Recordar y engañarse. Acostarse en la cama sola e imaginar que estaba con ella. Era costumbre, y lo haría por mucho tiempo más.

”…¿Por qué no puedo ser yo? ¿Por qué no puede ser cualquiera, pero tú?
Y sin embargo me gustas.
Estos sentimientos no pueden llegar contigo.
Me escondo en mi corazón.
Esto es muy doloroso que hasta es difícil respirar.
¿Seguiré amando de esta manera?
Si yo amará a una persona que me amara, eso sería bueno.”

Pero, no importa lo que pasara, Charlotte estaría ahí para él. Y estaba segura de que le seguiría amando, aunque no fuese correspondida. Porque lo principal de amara a alguien, es verlo feliz.