Regalos de Navidad

La música, la comida, la decoración, la gente, en fin todo lo que había alrededor era digno de una fiesta hecha por un Jones-Kirkland. No por nada Alfred F. Jones era conocido por hacer las fiestas más extravagantes de todos, bueno, pues sus hijos no se quedaban atrás. Zack había sido el cerebro detrás de esta fiesta junto con la ayuda de Alice y bueno a Dylan sólo lo traían de aquí para allá acomodando mesas y comida, etc.

Esta era una fiesta exclusiva para los hijos. Ningún padre había ido y no por que no quisieran, cada uno tenía diferentes eventos a los que asistir, sin mencionar el que ellos mismo hacían. El caos en la casa era indescriptible pero le hacía nombre a la mentada “Fiesta de Fin de Año”.

Las televisiones de plasma adornaban la sala de tal forma que todos pudieran ver los diferentes eventos a lo largo del mundo. En la televisión del centro, la más grande de todas, pasaban el evento protagonizado por sus padres. No por que no estuvieran ahí significada que se lo iban a perder.

Los grupitos de gente se hicieron más rápido de lo que uno esperaba pero hey, así es como funcionan las fiestas. Los amigos de toda la vida hacían alboroto en el centro de la sala, las parejas estaban o un poco alejadas de la multitud casi en lo oscurito; obviamente los triángulos amorosos que esperaban el momento perfecto para explotar. Todos hablando, gritando o diciendo incoherencias debido al alcohol que alguien había filtrado al ponche.

Pero fue en el momento en que Alemania junto con Italia y Japón comenzaron la cuenta regresiva que todo el mundo se calló. El silencio en aquella sala era tal que si alguna vez tuviste la suerte de conocer a estos niños no te lo creerías.
Zack fue el primero en unirse a la cuenta regresiva seguido de su hermano y así hasta que todo el mundo había comenzado.


Si prestabas la suficiente atención podías ver la forma en que Zack tomaba la mano de Daniel y terminaban por entrelazar sus dedos. Daniel con su brazo sobre los hombros de su novio y en ningún momento despegaban la mirada de las pantallas.


O la forma en que Robert tenía abrazada a Annya de la cintura con tanto cuidado y delicadeza, como si en algún punto ella fuera a romperse frente a él en cualquier minuto. La mano de Annya tomando lugar en uno de los bolsillos de Rob, sonriendo siempre que el mayor le miraba.

Cómo Oqui se había deslizado tan disimuladamente al lado de Syaoran alegando el que desde ese lugar se veían muy bien las pantallas a pesar de que su atención no estaba en los eventos de las televisiones si no en el asiático que celebraba con su hermana. Era un lugar estratégico pues en el momento del abrazo no fue a Mei si no a Oqui quien Syaoran abrazó primero.


Mei estaba al lado de su hermano con los ojos en las pantallas pero toda su atención en el rose de la piel de sus dedos con los de Joanne pero debido a la timidez de las dos no se atrevían a algo más que eso.


Cuando Clarisse se sentó en la barra que había ahí usándola para abrazar a Lio por el cuello y ser capaz de recargar su barbilla en la cabeza del menor, captando rápidamente el olor de alguna clase de colonia de esas caras que usaba Lio.


Mía estaba no muy lejos de la vista de Lio. Ella contaba alegremente al lado de Alice pero mantiendo su distancia, incapaz de acercase más allá de lo permitido. Fue Alice la que lentamente rompió aquella barrera que había entre las dos, no la abrazó ni
tocó su mano sólo se paró ahí junto a ella sonriéndole como sabía cuando se trataba de Mía.


Justo al lado de ella Dylan estaba siendo abrazado por Sergey de una forma tan protectora. Sus brazos sostenían al meno por la cintura y Dylan se encargaba de coger las manos de Sergey con mucho cuidado y delicadeza.


Y todos aquellos que no tenían se acercaron a sus hermanos, a sus amigos. Amores no correspondidos contemplaban a lejos a aquellos que jamás les corresponderían, siendo consolados por el amor de quienes que eran cercanos a ellos.


La distancia entre muchos era ya nula. El ambiente estaba lleno de la expectación del nuevo año. Había sido, después de todo un año difícil para muchos. Había habido peleas, separaciones, otros habían vuelto a estar juntos después de mucho caos. Algunas relaciones habían encontrado el punto en que podían estar en la misma habitación sin soltarse a pelear. Hubo llanto, risas, gritos y palabras de amor que jamás serían olvidadas.


Y todo lo que habían hechos, por lo que habían peleado se reducía a ese momento. Cuando abrazaban al otro con demasiado entusiasmo o le sonrisa que le daban al de alado. Las miradas robadas, los toques que era más que unos roses accidentales. Todo lo malo, lo que los había herido en alguna forma quedaba en el olvido…


Y con aquel grito se desataron un montón de besos apasionados, de abrazos incómodos y de felicitaciones sinceras.
La fiesta siguió y ellos no conocieron descanso pues ésta siguió hasta que el último de ellos cayó rendido. Uno a uno fue cayendo vencidos por el cansancio.

Abrazados en uno de lo sofás grandes estaban Alice, Mía, Lio y Clarisse; Lio había tendio el cuidado suficiente de ir por una sábana con la que tapó a todos los que estaban en aquel sofá. En un sillón individual justo al lado de ellos estaba Sergey y Dylan, él descansaba en el regazo del mayor, la cabeza de Dylan recargada en el hombro del mayor. Syaoran estaba en el suelo con su cabeza recargada en las piernas de Mei y Oqui usando su estómago de almohada. Mei y Alice estaban en el otro sillón individual, pues cabían perfectamente ahí. En cambio Robert y Annya estaban sentados lejos de los demás, ella tenía la cara recargada en una mesa con Robert abrazándola y usando la cabeza de la chica como su almohada. Daniel y Zack habían agarrado un lugar en el suelo y estaban tapados solamente una manta.

Y así todos habían caído por el sueño y el alcohol. Unos aguantaron sólo para poder dibujarle en la cara a la gente algunas tonterías.

Alfred junto con Arthur llegarían a su casa para ver todas las consecuencias del caos tomado horas antes en su casa pero admirando los lazos que había entre los jóvenes, que si bien no se notaba cuando estaban despiertos cuando estaban dormidos podías ver el amor con el que se trataban todos. Y mientras recogían la basura y acomodaban a los que habían quedado en las peores posiciones pedían al cielo que aquellos lazos sólo se hicieran fuertes con el tiempo y no fueran rotos por las guerras, por las decisiones que como futuros países se veían obligados a enfrentar. Quienes mejor que ellos dos para saber a lo que ellos se enfrentarían cuando crecieran. Cuando decidirán abrir sus alas y comenzar sus vidas independientes.

Era una maldición y una bendición la vida que les había tocado.