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[Intercambio] ¡Feliz navidad!
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por Nimay Ambani Mar Dic 23, 2014 7:44 pm
Queridas, posteo oficialmente el tema para que coloquen sus regalitos de navidad a su amiwi secreta. Aquí pueden colgar lo que sea que hayan hecho y ya saben que no tiene que estar exactamente el día 24, es evidente que en estos días hay muchos asuntos de por medio, así que por favor NO SE ESTRESEN NI SUFRAN, sus adoradas amigas de foro lo saben y comprenden que no siempre hay tiempo para hacer todo en la fecha prometida y saben que hay un esfuerzo en todo regalo que dan.
Por razones de que no sé si mañana podré estar presente y como mi net hoy día esta pendiendo de un hilo, dejo mi regalo a la persona que me toco. Desde ya darte un enorme abrazo y desear que disfrutes estos días tan especiales con tu linda familia. Lo mismo para todas ustedes, gocen, coman rico y estén tranquilas, al final es lo más importante, estar con quienes amamos aunque a veces den ganas de estrujar sus cuellos en nuestras manos (...).
Y quien me toco es: KIRA
Espero que te guste lo que hice, quizás con uno se me fue un poco la mano (?) pero que sepas que lo planee con todo mi cocoro <3 -besuquea-
Y quien me toco es: KIRA
Espero que te guste lo que hice, quizás con uno se me fue un poco la mano (?) pero que sepas que lo planee con todo mi cocoro <3 -besuquea-
Regalo N°1
- Spoiler:
Link:Solo tengo ojos para ti
Yaro&Assim
Se preguntaba qué pensaría Assim al respecto. Con un puro mirar curioso atrapo su corazón, apoderándose de él con tanta prisa que dudaba seriamente que algún día pudiera liberarse de sus manos. Había enloquecido tan fácil.
Yaro prestaba conciencia, sus ojos tenían espacio para observar su figura y nada más que la suya, detrás, protegiendo su espalda, para poner todo de él para cuidarle.Y cada día le amaba más.
Delinear con sus dedos sus delicados cabellos lacios, tan negros, suaves que traían a él tantos recuerdos. A veces empezaba a quemar otra vez…y ella lo sabía, lo consolaba con tanta fuerza que parecía que jamás se iban a soltar.No quería que se fuera
No como lo había hecho él
Ella rogaba, pedía y lloraba “no me dejes” y él contestaba con serenidad “nunca”. Sería suya por completo, desde ese día y para siempre, no podrían arrebatársela de su lado. Nadie…nada. Era un obsequio de él, lo único que le mantenía y sostenía todavía a que alguna vez había existido, la prueba ferviente de que no había sido un sueño despiadado, no era un engaño. Assim había sido tan real como el ángel que esperaba en la otra cama a que leyera el mismo cuento de todas las noches.
-¿Dónde van los globos?-
-¿Escapan al cielo?-
-¿Bailaran allá arriba?-
-¿Tocarán las estrellas?-
-¿Hay silencio dónde están?-
-¿Se acordaran de nosotros? ¿…Mamá se acordara de mí?-Discreción hasta caer en el mutismo. La misma pregunta de cada noche y el mismo silencio que duraba tan pronto como una sonrisa escapaba de su boca para estrechar ese diminuto cuerpo entre sus brazos, depositar besos hasta que se cansará de reír y esa aguda y patosa voz pidiera que se quedara con ella por los monstruos que habitaban debajo de la cama.
-Todos los días-
-¿Se acuerda de ti?-Lo que viene después de mil, a veces no lo sabía. Que responder cuando la pregunta era nueva, ella se escondía debajo de las tapas, temerosa por haberle hecho entristecer.
Desde esa noche se levantaba de su cama tras las buenas noches y aunque tuviera mucho sueño ataba un globo a su mano-Para que se quede contigo-Así, cuando se reventara o se desinflara, sabría de antemano que se iría y no lo volvería a hacer sin avisar. Estaría preparado, lo esperaría como algo inevitable. No volvería a escaparse sin querer al cielo, donde se perdería hasta hacerse invisible.Luego, rara vez le mencionaba.
Ataba el globo.
No hacía preguntas como antes.
Mamá lentamente dejaba de ser un tormento. Pero no para él.
-Papá, el tío Yahan dice que nos parecemos…-el cuestionamiento se quedó atorado en su garganta. Cuando se miraba en el espejo, era como tener la memoria constante de lo separados que estaban, Yaro sabía que ella detestaba eso, ella olvidaba al crecer y él mantenía la imagen en ese rostro grandes ojos verdes y muecas hurañas justo al medio de su pecho. Cepillaba su cabello, una trenza que dentro de poco dejaría de utilizar, querría verse más adulta. Aún ante su negativa.Ella también se iría
Dentro de poco.
No importaba cuanto la amara.
-En todo, son iguales-Un gesto de incordio de su parte, el mismo que ponía cuando su propio tono se volvía melancólico sin reparar tan firme en ello, ella corría hasta su cuarto y daba un portazo mientras se escuchaban sus gritos adentro y como los objetos que tuviera a la mano se hacían pedazos contra las paredes y el suelo.
-¡Ni siquiera te quería! ¡A mí tampoco me quería!-Dejo de poner globos y se volvió hostil. Assim había vuelto a dejarle, perdiéndose en memorias que se transformaban borrosas. No tenía certeza de cuando le había conocido, cuando se había encantado, si fuese tan sencillo como rememorar el día de su partida.Ya no sabía cómo era.
Era similar al de ella, pero ella ya no quería hablar.
Su voz ya era un eco distante.
Tan débil
A poco inaudible.
Empezaba su partida. Y sus ojos seguirían siendo para ella, a pesar de que su amor por él se hubiese transformado en odio. Eran tan parecidos que se marcharían al mismo tiempo, en el mismo momento, dejándole esa marca que haría juego junto a las demás. Si pudiera detenerla, interceptar su paso, rogarle como hacía cuando era una niña, pedirle y gritarle “no me dejes solo”. Ella no entendía, no comprendía una ápice, porque no lloraba, porque callaba, ni él estaba seguro.
Golpeaba esa puerta que cerrada delante de su puño rebotaba con violencia hasta donde estremecía ante su propio comportamiento.
-¡No lo sé!-Eclosión-No puedo preguntárselo, me gustaría saber si me quería, si me apreciaba un poco, como hacía contigo-Apoyar la frente en la puerta, sufrir por la incertidumbre, casi trastrabillar cuando ella la entre abría y con sus ojos llorosos y pecho inflado le observaban con desconcierto. La culpa.
-Eso no es cierto-
-Tú qué sabes, si ya lo olvidaste-Tan pequeña, diminuta, las palabras salían a duras penas de su boca cuando la tuvo por primera vez. Desconocida, oculta de los demás por conveniencia y vergüenza. Pero lo suficientemente amada para mantenerla a su lado. La amaba, tanto o más de lo que él podría sentir, Yaro tenía su corazón todavía dividido en dos, en cambio Assim dedico el suyo sin dejar espacio para él.No podía tener a dos personas.
Escogió al que amaba más.
Y ese no era él.
-No lo olvido. Quiero que tú lo olvides-
-Yo no quiero olvidar - Ella rogaba, pedía y lloraba “no me dejes” y él contestaba con poca serenidad “nunca”. A veces empezaba a quemar otra vez…y ella lo sabía, lo consolaba con tanta fuerza que parecía que jamás se iban a soltar. No lo iba a soltar. Ella se quedaría con él, hablaría sin parar para que su voz le recordará a mamá.Se quedaría.
Volvería a poner un globo, cada noche y a preguntar: ¿Se acordara de mí? y Yaro podría contestar como antes: Todos los días.
Regalo N°2:
- Spoiler:
Advertencia: si estas con gente a tu alrededor, mejor no lo abras (?).Larina&Padma- Spoiler:
Nimay Ambani
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por Luis Ahmad Al Saud Vie Dic 26, 2014 9:13 pm
Bueno -se da un poco de aire- E-espero que sea de tu gusto y lamento si cometí errores en las personalidades y eso y y y -se sujeta la cara- E-espero te guste pese a todo.
A quien me tocó fue: KARLA
A quien me tocó fue: KARLA
- Spoiler:
- Orquídea x RobinSe preguntaba cuanto tiempo era que había llegado a pasar desde que conocía a aquella rubia tan carismática y hermosa ¿Seis meses? ¿Un año? Quizás la conocía desde antes, pero simplemente en años anteriores podría ser que no había tomado en cuenta de la existencia de ella ¿Pero cómo no hacerlo? Si al menos para ella, la rubia tenía aquel aire de popularidad, en especial cuando los chicos y chicas se acercaban a ella a hablarle.
Aunque ese no era el caso del porque estaba pensando en el tiempo, tenía una razón en especial de porque lo hacía y era porque desde que habían comenzado a hablar, no había llegado podido evitar sentir como era que su corazón latía con fuerza luego de que pasase casi unas dos semanas desde que interactuaban, al principio lo ignoraba, pensando que quizás no era nada importante, pero cada que Robin pedía pasar tiempo con ella , su corazón iba aumentando en ritmo cada vez más, a tal punto que para cuando ya habían pasado dos meses, se había dado cuenta que el motivo del porque sucedía aquello era porque estaba enamorada de su amiga.
Era doloroso para ella porque mientras más iba pasando el tiempo y veía como tantos compañeros de su salón como otros alumnos de otros grados se acercaban a la rubia y siempre le pedían citas y demás, pero lo que aun más le dolía no era aquellos idiotas que creían que tenían oportunidad de salir con quien para ese momento ya consideraba su rubia, sino era el hecho de que cada que ella los rechazaba y estos le pedían una razón, decia que “Ya había alguien quien le gustaba” y lo peor del caso para Orquídea era que desconocía quien podría ser aquella persona, porque la otra se había rehusado a decirle, diciéndole que era mejor que lo averiguara , que era como un juego.
Ya desde esa vez que le había dicho aquello había pasado demasiados meses como para recordar con exactitud cuántos y aun no descubría quien era aquella persona, cada que le pedía que le diera alguna pista solo decia que era alguien bien importante para ella, por lo que, pese a que reducía las posibilidades de ser otras personas, aún quedaban los amigos cercanos de la muchacha y daba por hecho que aquellos dos chicos no podían ser, había interactuado poco con ellos pero lo suficiente como para saber que no era posible que fuese alguno de los dos ya que la interacción que tenían esos tres era más de ‘hermanos’ que otra cosa, por lo que desistió de inmediato de ambos.
Frustración era lo que sentía actualmente ahora que regresaba a la actualidad y se cruzaba de brazos, negando suavemente con su cabeza mientras esperaba con calma a la otra a que terminara aquellas prácticas de gimnasia que tenía. Ella había tenido sus actividades de Lectura, sin embargo por A o B motivo hubo algo que hizo que las actividades fuesen canceladas por esa ocasión y realmente desde que era amiga con la rubia siempre habían ido a sus casas juntas, era algo que se acostumbraron a hacer cuando supieron que vivían cerca la una de la otra.
Oh, pero no solo era cuando regresaban a sus casas, también cuando iban hacia la escuela.
Escuchó ruido y giró su cabeza hacia un lado, notando como venía con cierta prisa Robin del pasillo, sonriéndole y saludándole con aquella adorable sonrisa que solo lograba que su corazón latiese con fuerza, haciendo que sus mejillas se tornaran de un suave color rosada mientras negaba con su cabeza y mentía de que no hacía mucho había terminado sus actividades, para no preocupar a la otra, sonriendo muy ligeramente cuando la otra la abrazó y se empinó, intentando darle un beso en la mejilla, logrando que el rostro de Orquídea se ruborizase aún más, simplemente no estaba acostumbrada a esas interacciones, incluso se preguntaba si la rubia lo hacía solo por molestarla, cosa que al final terminó por hacerla separar con pequeñas palmaditas para que dejara de ‘molestarla’ y no le diera aquel beso, sin duda alguna esa muchachita que era más baja que ella era mal para su corazón.
Cuando se separaron, pudo notar el leve puchero de la otra pero luego como rápidamente su rostro se volvía uno de alegría mientras le decia para regresar a casa pero esta vez por el camino que las dirigiría hacia el parque ya que era un día muy bonito pese a que comenzaba lentamente a hacer frio, como para no pasar por ahí.
Mientras andaban tranquilamente, escuchaba hablar a su rubia y en vista de que la otra no la veía, podía darse el lujo de sonreír levemente hacia ella, deteniéndose un momento cuando la otra lo hizo delante de una heladería, parpadeando al sentir como le jalaba hacia adentro y le decia que compartiesen un helado. Al principio se negó pero …maldita aquella mirada que le dedicaba la otra, era débil ante ella y con un suspiro aceptó, comprando y dividiendo el pago a la mitad, siendo ella quien cargaba el cono que tenía los sabores de fresa y menta con chispas de chocolate.
Se lo hubiese dado a Robin pero conocía como a veces la chica podía ser un poquito más enérgica que ella cuando se trataba de golosinas por lo que no quería que se comiese parte de su helado. Al comenzar a entrar al parque, no pudo evitar volver a pensar en las dudas y cuestiones que tenía con respecto a esa persona misteriosa que la otra gustaba, abrió su boca y volvió a hacer la pregunta, logrando captar la atención de la rubia que dejó de hablar del tema que estuviese hablando para girar a ver a la de lentes, parpadeando lentamente antes de decirle la misma respuesta que había dicho tiempo atrás Es un secreto
“¿Por qué? ¿No confías en mí?”
“No es eso, simplemente no quiero arruinar nuestra amistad”
Eso no tenía sentido alguno para ella y no pudo evitar fruncir el ceño, dándole una lamida a su helado para buscar calmarse, mirando como la otra se subía a un banco del parque, observándola y poniéndose delante de ella, sin dejar de mirarla fijamente.
“Claro que no, nunca podrías arruinar lo que tenemos, s-sea quien sea, lo respetaré”
Ante aquello, la rubia miró a su amiga por un momento, analizando la situación, su mirada dirigida hacia arriba como si le pidiese consejo a alguien antes de que se encogiera de hombros y volviese a posar su mirada en la otra.
“Está bien”
Y lo siguiente que pasó, simplemente no se lo esperaba en lo más mínimo, logrando que se queda con los ojos abierto y que su mirada se mantuviese grande, ni siquiera tomando en cuenta que había inclinado el cono de helado y que ahora las dos bolas de distintos sabores terminaban por caer hacia el suelo. Siempre pensó que serían suaves, pero realmente no esperaba el sentir los labios de Robin tan suaves, como si estuviese besando las nubes, era suave pero seguro y tenían aquel saborcillo de fresa que había quedado de lo que había lamido momentos atrás.
Lo que pareció horas para ella, habían sido meramente unos segundos cuando la otra se separó, su rostro, aquel hermoso rostro que estaba adornado de un rubor tan encantador, lo que solo logró que su corazón pareciese detenerse por un instante.
“Tú eres quien me gusta mucho, Orqui”
Sus labios estaban abiertos pero no tenía voz para preguntar o siquiera exclamar si era una broma o no, pero la manera tan sincera y a la vez nerviosa que le miraba solo hizo que se diera cuenta que era verdad, que todo aquel tiempo ella había sido correspondida, que a quien consideraba su rubia, podría ser de verdad suya y de nadie más.
Estiró sus brazos para sujetar de la cintura a la más bajita que había comenzado a bajar de la banca, logrando que esta soltara un sonidito de sorpresa al ser bajada y atraída de esa forma contra su cuerpo, no dándole tiempo de protestar mientras volvía a unir sus labios con los de ella, simplemente feliz al sentir como la otra parecia soltar una risita y abrazarla, mientras le correspondía el beso que al inicio había sido tan tímido entre ellas pero que ahora mostraba ternura y cariño.
A partir de ese momento, supo que ya no tendría motivo de porque preocuparse de lo que llegase a pasar o de las amistades de la rubia, mientras supiese que sus sentimientos eran correspondidos, estaba más que feliz con ello.
Realmente feliz.
Luis Ahmad Al Saud
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por Jack Santos Kirkland Dom Ene 04, 2015 5:35 pm
Es mi turno de postear, y como ya todas sabran, la afortunada fue Luna. Bueno, ella misma me lo dijo porque era su trabajo sortear. Por esa razón pensé que era algo desafortunado que ella ya supiera porque entonces cuál es la gracia del amigo secreto... Así que, como ya no la puedo sorprender de esa forma, se me ocurrió que la sorprendería de otra. Por tanto, aquí mi humilde (y verdadero) regalo. <3
Advertencia: Es medio nsfw, así que...
¡Espero te haya gustado tanto como yo disfruté haciéndolos!
- Spoiler:
No creo que haya necesidad de aclarar quiénes son... ¿O sí? En todo caso, pues tú sabes, aquí tenemos a Daestin y a Juan Pedro (a propósito de ciertos desvaríos que surgieron que día). Mira que extraña su versión con ass, like wat(???
Espero te haya gustado. :') Nunca me salió tan bien la anatomía con este dibujo. Irónico.(?
- Spoiler:
Y como me enseñaron mis buenos compas mexicanos, esto es un "Naaaah, no te creas". Lo que en realidad se me ocurrió fue hacer un detalle con cada una de tus OTP. Así que...
-FadixAlessia:(Dijiste que coloreado mejor, así que coloreado está~)
-RashidxNimay: (Este también ya te lo había mostrado, haha)
-YaroxAssim: (Creo que no parecen ellos, perdón por eso. Cualquier feedback será apreciado para la corrección necesaria(?
-RobertxYue (¿Será que sí me quedó el cabello de Yue bien? Dx También el feedback será apreciado.)
-DeianxJoao y DaexYun (Pensé en escribir algo pero -yao- Mejor chibis. Los chibis dan vida y salud(¿
-RylanxFadi... Para finalizar, con estos dos decidí escribir, pero creo que fue mala idea. Anyways, este por MP mejor.(?
¡Espero te haya gustado tanto como yo disfruté haciéndolos!
Feliz Navidad y próspero año nuevo, dear. <3
Jack Santos Kirkland
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por Alphonse Van der Heijden Jue Ene 15, 2015 2:04 am
¡¡Okey!! Ahora es mi turno para dejar mi regalo de navidad. Ultimamente me di cuenta que en estas fechas solo podía escribir dos cosas: Fluffy y Smut, lamentablemente siiis, esto no es Smut D: (?) ANYWAY A MI ME TOCÓ SIIIS!!! FELIZ NAVIDAD ATRASADA!!! Espero que te guste lo que te escribí con todo mi amor. Mi kokoro está puesto en cada página:
- Spoiler:
- Al era una persona organizada y prudente. No le gustaban las sorpresas; vivía una vida normal con un trabajo normal; iba a la universidad mientras mantenía un trabajo en una cafetería por que ganar dinero extra era algo muy importante en su vida; tenía unas excelentes calificaciones. Lo normal en alguien de su edad.
La primera cosa imprudente que había hecho desde que entró en la universidad era volverse amigo de Aurora, su compañera de trabajo.
No era algo que había planeado. Las amistades eran algo muy fuera de su conocimiento; tenía conocidos pero nunca amigos. Pero pronto se encontró riendo con la castaña, arreglándole el uniforme y el cabello cuando la chica se desaliñaba. Definitivamente no había considerado ni la más remota posibilidad de que su persona se ablandaría con alguien que no fuese parte de su familia.
Lástima que no pudiese decir lo mismo del amigo de Aurora: Yahangir.
Ese tipo siempre venía a la hora más apurada del día, cuando toda la gente salía de sus trabajos para tomar o comer algo que los relajase y justo el turno que él tenía que cumplir con Aurora. Honestamente, Alphonse nunca había odiado tanto a una persona en sus 23 años de existencia. Y por la forma en que Yahan actuaba en su presencia, podía decir que el sentimiento era mutuo.
Por un año entero, cada vez que se veían se peleaban ante la más mínima provocación. Cuando no peleaban se ignoraban completamente, rara vez llevaban la fiesta en paz. Sin Aurora como mediadora entre ellos no tenían nada de qué hablar por lo que siempre reinaba el silencio cada vez que la castaña no estaba cerca.
Entonces las cosas comenzaron a cambiar.
Sin que ninguno de los dos se diese cuenta comenzaron a volverse más cercanos. De repente no era necesario que Aurora estuviese todo el tiempo cerca; Al seguía sin hablar pero así era su personalidad, en cambio, en vez de ignorar a Yahan lo escuchaba atento. Y una tarde, cuando preparaba los regalos para navidad Al se dio cuenta de que había comenzado a tejer una bufanda negra de más. Aun que esa bufanda nunca llegó a su destinatario.
Su relación había pasado de “no me caes nada bien” a “Algo así como amigos”.
-+-+-+
El ruido era tan molesto. El ruido estaba comenzando a causarle un horrible dolor de cabeza a Alphonse, ni si quiera la bebida que traía en la mano podía calmar el creciente dolor. Se acomodó en el pequeño asiento, tratando de manera inútil, no ser aplastado por la pareja a su lado que se estaba comiendo a besos quienes parecían no notar su presencia, lo cual era bastante raro ¿Cómo estar tan embrutecido por tu libido idiota que no notabas a un tipo de dos metros y cacho? Al no lo entendía.
Con tanto beso, alcohol y estupidez humana hacía difícil para Alphonse recordar porque había accedido a venir a aquella horrible fiesta de año nuevo que había organizado el hermano mayor de Aurora. Alphonse volvió su mirada de su vaso hacía la esquina de la habitación donde estaba Aurora, su hermana menor Alina y una pequeña rubia que había visto cuando el hermano de Aurora iba a visitarla al café (Aun que nunca se había molestado en aprenderse los nombres) además del tipo que identificaba como “uno de los hermanos mayores de Yahan” (Al igual que la rubia, a ese tipo lo había visto un par de veces en el café pero más que nada, hablaba con Aurora. Incluso más de lo que hablaba con Yahan) Parecía que se estaban divirtiendo, mucho más que Alphonse al menos.
El gruñido de exasperación que estaba por soltar murió en su garganta cuando sintió algo frío tocarle la nuca, haciendo que saltase de su lugar. A pesar de que reprimió el grito de sorpresa, la humillación por reaccionar así le hizo fruncir el ceño y sólo empeoró su humor, además de su dolor de cabeza. Cuando escuchó la estúpida risa del estúpido de Yahan, Alphonse casi sentía palpitar del dolor sus sienes.
— No puedo creer que hasta en una fiesta estés de amargado —Yahan le dio un trago a la cerveza que había usado para torturarle—, Bueno, de hecho si lo creo.
Al rodó los ojos mientras se frotaba la nuca. Él creía que habían perdido a Yahan atrás, cuando se quedó coqueteando con una bonita chica alta de cabello largo.
—Resulta que, bueno, ella era lesbiana —respondió Yahan, casi leyéndole el pensamiento. Se encogió de hombros—, Las más bonitas siempre tiran para el otro lado.
Al hubiese tratado de decirle algunas palabras de consuelo pero, primero: Él no podía pensar en por qué definitivamente hablar no era lo suyo; y segundo: sabía que a Yahan no le afectaba tanto, podía conseguirse otra novia en cualquier minuto. Alphonse lo había infinidad de ocasiones coquetear con las chicas en la tienda; nunca le había importado, el poco juicio de las muchachas era por mucho su última preocupación pero había notado que…últimamente, le enojaba ver tanta coquetería.
—Ven, vamos para allá —señaló el pequeño grupito al que Al había estado mirando toda la noche—, Que si me quedo solo contigo o más tiempo cerca de esos, siento que moriré.
Y sin esperar respuesta alguna Yahan caminó hasta donde estaban Alina y los demás. Al le siguió el paso.
—¡Hermano! —Alina saludó radiante y Al sin perder el tiempo se acomodó a su lado. Yahan se había enfrente de Alphonse.
—¿Cuánta falta para media-noche? —preguntó Yahan.
—Como unos cinco minutos —respondió Aurora al otro lado. La rubia se había despedido para ir con sus amigos.
—Quiero besar a alguien a la medianoche —empezó Abry, quien estaba junto Aurora—, Aquí hay una idea ¿Por qué no nos besamos todos? Ya sé que solo hay dos mujeres y eso ¿Pero y qué? Yo sé que al grandote no le importara sacrificarse por el equipo —sonrió de oreja a oreja, sintiendo que había dicho la mejor idea del mundo.
—No —respondió Al, tomando a Alina del hombro.
—Lo siento. Nada de besos —Alina se encogió de hombros.
—Yo no puedo besarlos a todos —Aurora soltó.
—Yo no quiero que me beses —Yahan arrugó la nariz.
—¿Quéeee? Pero que aburridos ¡Esto es una fiesta de año nuevo! ¿Saben qué hace la gente joven y normal en las fiestas de año nuevo? ¡Besarse!
—Puedes besar mi trasero si tantas ganas tienes de besar a alguien —respondió Yahan.
En el fondo la gente había comenzado a hacer la cuenta regresiva. En Al nació la esperanza de irse después de aquello.
5
—¡Venga! ¡Qué alguien se bese! O que alguien me bese.
4
—¡Beso! ¡Beso! ¡Beso! ¡Beso!
3
—¡Veeeeeenga! Chicos no sean así.
—¡No! Deja de joder, Abry.
2
—¡Beso! ¡Qué alguien se bese! ¡Que se besen!
1
Luego, culparían al calor del momento y a todo el alcohol que habían estado tomando desde las ocho que habían llegado a la casa del Fernández mayor. Pero nadie de aquél grupito, ni siquiera el causante de todas las bocas abiertas, podría haber previsto que Yahan desesperado para que su hermano se callase tomó a la persona más cercana para besarle. Había tomado por la bufanda a Alphonse para bajarlo a su altura, y había juntado sus bocas en lo que se podía llamar un beso torpe y brusco que no duró más que un par de segundos.
¡¡Feliz Año Nuevo!!
Aquella fue la primera vez que su “algo como amigos” amenazó con volverse algo más. Pero el recuerdo de aquél primer beso jamás dejaría sus memorias; ambos sabían que no estaban tan borrachos como para que Yahan no hubiese pensado sus acciones o para que Al no reaccionara. Ambos habían probado las aguas, y muy dentro de ellos –aun si no lo admitían ni a ellos mismos-, la tentación había comenzado a crecer por una segunda vez.
-+-+-+-+-+
Yahan chasqueó la lengua irritado con el mundo. Se suponía que él debería estar disfrutando del delicioso postre en ese momento pero nooo, todavía estaba haciendo fila en la caja esperando entre un montón de gente boba a que le tocase su turno para pedir. Siendo la hora del almuerzo suponía que era obvio que el lugar estaría repleto de adolescentes tontas pero por favor, las risas bobas y los sonrojos estaban de más. Podía entender que estuvieran aquí porque la comida, era asombrosa, pero que estuvieran aquí…por él. Era ridículo.
O sea, él entendía que Alphonse no era una persona horrible (No era una persona tan horrible como para no admitir que ciertas personas tenían cierto encanto. Aún si no fuesen él(¿?) pero tampoco era para que causase tanto ajetreo. Normalmente, Al trabajaba en las cocina –según tenía entendido lo habían promovido a chef desde aquella vez que Al trajo sus galletas caseras. Estaban bastante buenas) pero hoy había tenido que cubrir a alguien en caja; el trabajo que normalmente hacía Aurora, de barista y cajera, había tenido que ser dividido entre dos personas por la mucha gente que llegó. Aun que nadie se imaginó que entrarían más personas sólo para ver el rostro de Al.
Una muchacha que iba atrás de él tomó una foto a escondidas y Yahan tuvo que reprimir el impulso soltar una carcajada burlona. ¿Qué pretendían todas esas gatas? No es que le importase pero era obvio que ni por asomo Al iba a voltearlas a ver cuando ya tenía algo tan perfecto como era su ser.
Debía tomar cartas en el asunto.
Cuando la fila avanzó y al fin, por obra y gracia de Alá, pudo pedir su orden a Al, se llevó una mano para juguetear con su mechón falso de cabello y dijo con tono demasiado agudo: Uhm, ¿podría recomendarme algo? –justo como lo habían estado haciendo todas las clientas antes de él. Alphonse solo le rodó los ojos, Aurora en el fondo se rió.
—¿Lo de siempre? —pregunto Al, comenzando a escribir su orden en la computadora.
—Sí, ponlo para llevar. También…—posó una de sus manos en el mostrados y se hizo para adelante, con la otra agarró la camisa de Alphonse, atrayéndole para juntar sus labios en un beso. Abrió la boca para deslizar su lengua y lamer los labios ajenos, se sorprendió cuando Al dubitativo abrió los labios permitiéndole la entrada pero aún así no se podía quejar, Al no sería el mejor besador del mundo pero tampoco era tan malo para aparentar nunca haber besado a nadie más que a su hermana y mamá. Por la cercanía podía sentir todo el calor que irradiaba el rostro de Al.
En el fondo escuchó varios gritos ahogados y un “Lo sabía” que seguro venía de Auorara, la única que no se sorprendió por el transcurrir de los eventos Sólo se separó cuando sintió que ya le faltaba el aliento y corroboró que, en efecto, Alphonse estaba sonrojado hasta las orejas.
Ese era un beso que Alphonse no olvidaría en horas. Y bueno, él tampoco lo olvidaría.
—Aquí está la orden —Aurora le pasó el pedido, levantando el pulgar mientras lo hacía.
—Gracias —dejó el dinero en el mostrador, ya que Alphonse todavía no podía registrar lo que había pasado—, Nos vemos después del trabajo, cariño —dijo lo suficientemente fuerte para que todos en aquél café escucharan, tomó su pedido y dejó el lugar dejando atrás un montón de corazones rotos.
Las cara de sorpresa de las clientas y el estado en el que había dejado a Al, se repetía mentalmente Yahan, eran las razones por las que él había hecho tal cosa. Aun que cuando iba de regreso, se relamió los labios, saboreando aquel beso. Había sido… algo excitante.
+-+-+-+-+-+-+-+-
Después de aquél beso no había pasado nada. Y por los siguientes once meses ninguno sacó el tema a la luz, tampoco actuaron diferente alrededor del otro; era casi como si aquél día nunca hubiese ocurrido. A veces, Aurora tocaba el tema por separado, pero nunca sacaba nada de ninguno.
—Ah, son muy tercos, hermano —se quejó una tarde Aurora con JP después de otro intento fallido con Alphonse. La última vez había hablado con Yahan, aun que había terminado en las mismas.
—Dales tiempo. Mis amigos eran igual hasta que, simplemente pasó —sonrió Jean, impartiendo su sabiduría a su hermana menor.
Resulta que no se necesitó mucho tiempo para que “aquello” simplemente pasara.
—No puedo creer que me echarás tanta nieve —Al abrió la puerta de su apartamento, furioso y empapado de cabeza hasta los pies de algo parecido a café.
—Fue muy divertido. Si hubieses visto la cara de sorpresa tuya y de aquella chica lo hubieses entendido —respondió Yahan, cerrando la puerta del lugar. Nunca antes había ido a la casa de Al por lo que, apenas puso un pie en la sala se puso a espiar con la mirada. Escuchó a lo lejos un gruñido—, En mi defensa, no sabía que ibas a chocar contra la chica.
Había sido algo muy divertido de ver, habían estado caminado juntos pues se habían topado por casualidad en la calle cuando Yahan pensó que era una buena idea echarle nieve por la camisa a Al, cuando este estaba distraído dando unas direcciones a un par de muchachas que obviamente estaban coqueteando con él aun que Al no hacía mucho caso, provocando que Al brincase, chocase con la muchacha y terminase con una taza de café encima.
De verdad, no había sido su intención lo del café. Espantar a las gatas había sido la única razón de su actuar…eso y asustar al siempre serio y silencioso Al era demasiado divertido como para dejar pasar la oportunidad.
Por cinco minutos Yahan no escuchó más que el ruido de la regadera. Aprovechando el tiempo a solas, se puso a indagar por ahí aun que no había nada que podría considerarse interesante. Fotos de Alina y su familia adornaban la sala, había una bolsa con tejido en el sillón, un plato de comida para animal descansaba cerca de la puerta de la cocina.
—Hasta su decoración es aburrida —murmuró sosteniendo una foto de él y Alina entre sus manos. Era raro, ver a Al como que sonriendo…pero de nuevo, Al no era Al cuando estaba cerca de su hermana pequeña, con ella él era más amable y cariñoso. A diferencia de con él, que solo sabía usar palabras crueles y miradas frías. No le molestaba, pues él era igual…pero le dejaba inquieto saber que ya no solo bastaba con las reacciones habituales que conseguía de Alphonse.
—Deja ahí —le gruñó Alphonse cuando regresó a la habitación.
Yahan tardó un par de segundos en reaccionar. Alphonse, debido a su baño, traía su cabello caído y sin aquella bufanda adornado el cuello…Al se veía bastante bien así; sin nada de gel, ni su horrible bufanda, solo unos pants y una camisa blanca sencilla, que marcaba sus músculos en los brazos y el torso. Era un cambio demasiado agradable…Correcto era decir que el maldito en verdad era atractivo.
Estaba actuando por impulso, ya no había un “Estaba borracho” o “Estaba jodiendo contigo y las clientas” de por medio, no, él Yahangir quería besar a Alphonse y eso iba a hacer, porque él siempre consigue lo que quiere. Dejó la foto donde la encontró y caminó hasta donde Alphonse, quien lo veía con la ceja alzada, lo empujó contra la pared –es horrible admitir que se tuvo que parar de puntitas y ni así fue suficiente-, y lo besó. No como las otras veces, que habían estado probando el terreno. Este era un beso hambriento, lleno de deseo que se había estado acumulando por los últimos once meses y que nadie había sabido satisfacer. Fue placentero ser besado de la misma forma, saber que no era el único que deseaba tanto aquello era reconfortante.
Los brazos de Alphonse pronto encontraron su lugar en las caderas de Yahan y se agachó, para que Yahan no tuviera que estar en aquella posición tan cansada. Yahan en cambio pasó sus manos por los húmedos cabellos rubios, eran suaves y hasta algo sedoso, para nada la impresión que te da cuando ves el cabello del rubio. Rompieron el beso pero esta vez ninguno se alejó.
—Y-yahan…—había algo en sentir el aliento de Al contra su rostro, en escuchar su nombre salir así, tan roto y descompuesto de la monótona voz de Alphonse que lo excitaba.
—Cállate y bésame de nuevo —y Alphonse concedió, porque él también quería probar aquellos labios de nuevo.
Después de esa sesión de besos y algo más ya no lo negaron. No eran novios per se, pero eran algo más que los simples “amigos”. Todavía peleaban, y bastante, pero también compartían un poquito más. Aun que está de más decir que no eran del tipo romántico, sino más bien del tipo “Somos algo así como que pareja” y estaban bien con ello.
Honestamente, estaban bien con ello.
Bonus:
Yahan estornudó fuertemente. Había descendido la temperatura hasta el punto en que había comenzado a nevar y lamentablemente, Yahan no se había vestido propiamente para el clima. A su lado, Alphonse gruñó desesperado, a pesar de que le había advertido que más en la noche iba a hacer mucho frió, Yahan decidió ignorarle y ahora ahí estaba, apunto de pescar un resfriado porque decidió que la “moda” era más importante que su salud.
—Oh, cállate. —le soltó Yahan mientras si limpiaba la nariz con el dorso de su mano.
Alphonse estaba tan tentado en dejar que sufriera el frió pero seguro que si se enfermaba él iba a terminar cuidándolo y no, eso era demasiado problemático. Por eso adelantó el paso y se puso frente a Yahan, y aun que este le miró expectante Al no se explicó, sólo se quitó su bufanda negra y se la acomodó encima a Yahan.
—Listo —también se quitó un guante y se lo dio mientras que con la ahora desnuda mano, tomó la ajena y las metió en el abrigo—, Ahora no tendrás tanto frió —y sin decir más volvió a su andar.
—Ahora huele a galletas y pan —se quejó Yahan aun que no hizo más comentarios al respecto. Al tampoco hizo ningún comentario cuando vio por el rabillo del ojo, como éste escondía algo de su rostro en la bufanda negra.
Caminaron en silencio hasta el apartamento de Alphonse.
Alphonse Van der Heijden
Más yeta
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por Yahangir Al Saud Jue Ene 15, 2015 3:41 pm
A mi me tocó Adri. Espero que te guste y no haya metido mucho la pata en el proceso (?). Se te quiere un mundo <3 -besuqueos y abrazos- lamento la demora, pero más vale tarde, dicen (?).
Bueno, he aquí mi humilde regalo.
Bueno, he aquí mi humilde regalo.
- Spoiler:
- I
Stars&Freckles
(la astronomía nunca había sido su fuerte)Este era de esos acontecimientos extraodinarios que se podían presenciar cada mil años bisiestos, no cabía duda.
Se acercó con máximo cuidado, procurando que sus pasos usualmente escandalosos fueran lo más discretos posibles. Ante cualquier cosa, evitaría al máximo perturbar el sueño de la bella durmiente que había acaparado su sillón favorito.
Sus cabellos estaban desparramados en una cortina marrón que cubría el posabrazos del sofá, escurría perezosamente entre sus hombros delgados y parte del cojín en que tenía recargada la cabeza. Sus largas pestañas obscuras cepillaban contra sus mejillas y tenía los labios ligeramente entreabiertos, el pecho parcialmente desnudo debido a que el suéter anticuado que solía usar para estar en casa se había movido en medio de su inusual siesta vespertina, inclusive podía notar desde donde se encontraba parte de su abdomen al descubierto.
Ciertamente, un espectáculo entrañable. Desde que la conocía podía jurar que jamás la había visto ni remotamente desarreglada o con la guardia baja, sin embargo ahí estaba, en medio de un envidiable y, seguramente, bien merecido descanso.
Pensándolo bien, esta era la primera vez que la veía dormir. También la primera en que podía ver en su rostro algo más que irritación, severidad o disgusto (eso era porque no le agradaba y nunca le había agradado; a lo mejor con otra persona era capaz de inclusive sonreír). Fuera como fuese, a pesar de vivir en el mismo departamento la Eleonore que conocía era siempre espléndida, estirada como monja y perfectamente perfecta en todo momento. La habitación de la inglesa era algo así como un limbo donde tanto al entrar como al salir se le encontraba acicalada y presentable para cualquier situación.
Eleonore siempre había sido muy terminante en ese tema de no mostrar familiaridad más de lo estrictamente necesario. Todo lo contrario a su caso, que prácticamente siempre andaba en pijamas por la casa y en más de un verano inclusive en ropa interior.
En cualquier caso, se había confiado demasiado en ese “Saldré con unos amigos, cariño, no me esperes”. No tenía que ser un genio para darse cuenta de que había creído que no llegaría hasta el domingo por la noche (siendo feliz sábado), con una resaca de mil infiernos y apariencia de haber sobrevivido al fin del mundo. En consecuencia, había tenido la vaga esperanza de tener el departamento para ella sola el tiempo suficiente como para poder leer su novela favorita (no sabía cuál título, pero definitivamente era su favorita a juzgar por la apariencia desgastada del tomo que reposaba sobre su pecho) en paz, tumbada en el sillón grande y a sus enteras anchas.
Sonrió, hincándose al lado del sofá aun en plan asalto ninja. Se veía realmente, realmente linda e indefensa sin ese cejo fruncido característico que le hacía parecer Frida Kahlo. El que tuviese un espléndido panorama de pechos y sostén al descubierto era un bonus extra al punto principal.
Nunca había puesto especial atención a la lencería, pero debía admitir que los de moños y encaje iban perfectamente con esa nerd.
Uh, era tan… femenino. Rosa pastel con blanco. Encantador.
Echó una hojeada rápida para verificar que siguiese dormida y con toda la suavidad que fue capaz de reunir acarició la línea que marcaba su labio inferior, bajando con cuidado rumbo a su clavícula. La piel de Eleonore, aun cuando estaba salpicada de pecas, era bastante más uniforme de lo que creyó que sería. Y más aterciopelada. Y también tenía unos lindos senos, todo sea dicho.
Deslizó la mano un tanto más hacia abajo, aventurándose un poco más rumbo al escote que había captado suficiente de su atención como para olvidar que esta era una operación secreta.
Cuánta desgracia… estaba tan cerca pero tan lejos.
―Pensar que las tías no son lo que se dice mis favoritas. ―Susurró, de pronto más cerca de lo que creyó que estaba. Jugueteó vagamente con un mechón de cabello que se interponía en su momento de apreciación artística y apretó un poco los labios al notar que la británica comenzaba a removerse en su sitio.
Escuchó un refunfuño adormilado y se quedó tan quieta como pudo, llegando hasta aguantar la respiración como si aquello fuera suficiente para evitar que se despertara.
―Jovanka… ―La irlandesa sintió un cosquilleo en el estómago, algo entre agradable e incómodo al mismo tiempo. Porque sí, era una novedad sentir nerviosismo por algo tan insignificancia como aquella y de momento no podía decir si eso era bueno o malo. ―¿Qué haces? ―Eleonore aún no estaba del todo despierta como para reaccionar debidamente, pero la intensa mirada que la pelirroja le dirigía fue más que suficiente para darse cuenta de que había un algo anormal y, por ende, razones más que suficientes para hacer volar el estupor soporífero que no le permitía captar la situación.
El rubor lentamente se hizo presente y de pronto la vergüenza y el ultraje fueron tantos como para que las palabras se le quedaran atascadas en la garganta.
Jovanka se humedeció los labios, empujando sus desvaríos a segundo plano para enfrentarse a esos afilados ojos azules que parecían querer hacerle perecer ahí mismo por tener la mano en un sitio no del todo apropiado.
―…pues… ―¡pensar una excusa rápido! Oh, mierda, aún seguía tocándola. Abortar misión, esto ya era caso perdido. ―…acabo de encontrar la osa menor en uno de tus pechos. ―Sonrió con todo el encanto y soltura que fue capaz de reunir, dibujando una figura imaginaria con la yema de su dedo índice en el delicado borde de su sostén de encaje blanco y la suave piel expuesta. ―Esa es la que parece una sartén, ¿no? ¿O era la otra…? Hmmm… no sé, soy terrible en astronomía.
No le sorprendió ser empujada, tampoco escuchar un gruñido que en realidad había sido tan agudo que no le sorprendería que la pobre corgi de Eleonore terminara con los oídos sangrantes.
―¡Tu…! ¡Tu…! ―Se acomodó el suéter tejido lo mejor que pudo, bastante infeliz con el hecho de no poder cubrirse hasta el cuello con él. ―¿Por qué…? ¡eres tan…! ―Se mordió los labios, no encontraba forma de hilar una idea de suficiente peso como para expresarse apropiadamente. ―…aléjate de mí.
Jovanka no necesitó más para saber que quizá había metido la pata cuando la castaña comenzó a alejarse a grandes zancadas rumbo a su habitación con tanta prisa que le faltaba poco para empezar a correr.
―Ey, Eleo… ―El aparatoso ruido de la puerta azotándose fue suficiente para resignarse a su destino y ni siquiera hacer el intento de continuar la oración. Jovanka suspiró, quizá un poco triste. No le hablaría en semanas; ni siquiera le vería el polvo. Ahí iba su arduo trabajo de meses de intentar llevarse remotamente mejor. ―Muy bien, Jovanka… sigue así y quizá a la otra termines durmiendo en la calle. ―Rascó su nuca, recogiendo del suelo el libro que había dejado Eleonore en su rápida huida.
Pensó en escribirle una nota disculpándose, pero no era lo suficiente hipócrita como para pedir perdón por algo que a su parecer había valido completamente la pena. No sabía si podría elegir algo de literatura de su gusto puesto que su conocimiento en la materia era nulo y sinceramente no tenía idea sobre algo que pudiera gustarle siendo que provenía de sus manos.
…mañana quizá se le ocurriría algo que obsequiarle que no tuviese que ver con lencería sexy.
Robó una servilleta de la cocina y garabateó rápidamente antes de disponerse a dejar el libro en el suelo, justo frente a la puerta de la habitación de la británica y colocó la nota sobre el mismo. Mañana por la mañana, a lo mejor demasiado temprano para que ella estuviese consciente, Eleonore se dignaría a salir y lo encontraría..Abrió la puerta lentamente, aún a sabiendas que aunque estallara una guerra en la sala Jovanka no se inmutaría. Estaba decidida a no verle la cara todo el tiempo que fuera posible y con tal propósito en mente, haría lo necesario para hacerlo al pie de la letra.
.
.
Tan pronto como pensó eso, tropezó con algo que estaba en el suelo y maldijo entre dientes cuando dio un manotazo a la puerta e hizo un escándalo por no caer.
Era su libro. Y una servilleta. Sólo la pelirroja podía ser así de malditamente atenta como para no tomarse el tiempo de buscar una libreta. Al recogerlo estuvo tentada a tirar a la basura el dichoso papel, pero el hecho de que estuviese escrito con delineador para ojos fue suficientemente extraño como para atrapar su atención más de lo previsto.‹‹¿Comida china o pizza?››
Resopló, poniendo los ojos en blanco.
Ese brillante espécimen de mujer no tenía limites (hay que ver ¿encontrar la osa menor? ¡Si estaba cubierta de pecas! Además de que se refería a la osa mayor, como si tal despliegue de habilidad no fuera lo suficientemente malo).
Dejó la nota olvidada en la mesa más cercana para continuar con su rutina matinal… y justo antes de salir al trabajo, chasqueó la lengua, irritada con nada en especial, volvió sobre sus pasos para responder el condenado, pobre e insulso mensaje.‹‹Curry››
Se sentía como una mocosa de preescolar haciéndolo, pero si iba a pedir algo para la cena al menos sería algo de su gusto.- BONUS:
- Se recomienda discreción:
- II
Negación
(...o el retraso de lo inevitable)Cerró los ojos con la esperanza de ignorar ciertas circunstancias y concentrarse en lo esencial. Piernas firmes, un trasero espectacular, ligueros, cabello fino y bien cuidado haciéndole cosquillas en la nariz. Éso era lo único que importaba, o eso era de lo que quería convencerse con tal de resistirse a su realidad que cada vez era más difícil de negar.
Porque entre más tiempo pasaba, era más difícil de ignorar el pecho plano, los músculos del abdomen, los jadeos roncos y la sorpresa entre las piernas. Y peor aún, era más difícil pasar por alto el hecho de que, sinceramente, ya le importaba un carajo.
Juan Pedro gruñó, tirando hacia abajo las ridículas y diminutas bragas medio transparentes que ese ente perturbador había tenido el valor de usar. Y lo odió, más que otras veces, por hacerle pensar que en realidad no le quedaban nada mal. "Es su culpa", se repitió a sí mismo, aún reticente a aceptar que tal vez comenzaba a parecer buena idea tirarse a Daestin sin estar lo necesariamente borracho como para razonar lo que acontecía entre sus manos.
De verdad lo odiaba.- Spoiler:
No, no es Lio (?)
Yahangir Al Saud
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