Prompts para el Ocio (?)

1. 1. Yuhanna pisoteo la colilla de cigarro bajo sus pies y suspiro buscando uno más en la cajetilla. Dae puso su mano encima y negó con la cabeza, obteniendo como respuesta una sacada de madre y una amenaza de muerte, la que por supuesto, fue correspondida del mismo modo. Continúo el silencio, paso una hora, dos horas, comentarios vacíos aludiendo al tiempo, la temperatura, el ruido molesto de las demás personas que pasaban detrás de ellos. El atardecer no tardó en llegar y ellos continuaban sentados en la banca del parque con los ojos en puntos distintos del lugar.


—Pasta para la cena. —


—Me gusta la pasta. —


—Lo sé. —Hanna chasqueo y como quien no quiere la cosa le dio la espalda a su hermano mayor. Dae se detuvo en seco tras haberse dejado llevar por un primer impulso. Retiro su mano y se cruzó de brazos echándose en la banca. —Déjate de pendejadas. Harías lo mismo por mí, idiota. —


—Las veces que fueran necesarias. —Cruzo ambos brazos en el cuello de su hermano menor escondiendo la cabeza en su hombro. Hanna tomo una de sus piernas, tomo impulso y se puso de pie, fingiendo demencia de quienes le observaban con cierta preocupación.


Dae se dejó cargar hasta casa y si Yuhanna tomo el camino largo era por lo mal que le sentaba la ropa húmeda y esos sorbetes de nariz que restregaba cada tanto contra él.

—Marica. —

—Cállate. —

Alphonse se quedó tieso en su lugar, observando cómo idiota la cara de Yahan. Estaban los tres juntos, y se había perdido el chiste. La verdad, había aprendido a apagar la voz de Yahan y Aurora, solo prestando atención cuando llamaban su nombre. Así que no estaba seguro de porque se estaba riendo esos dos, sólo había levantado la vista para toparse con la sonrisa más brillante y sincera que había visto nunca en el rostro de Yahan.

De repente se sintió como aquellas chicas que caían en el encanto de aquél idiota. Él nunca había entendido por qué alguien se enamoraría de él, siendo que a pesar de ser buen mozo el encanto se perdía en el momento que abría la boca. Pero la cosa era, ahora lo entendía. Entendía lo que era ser una horrible y hormonal chica de quince que acaba de ver al amor de su vida.

Era simplemente horrible.

Escondió su cara y gruñó, atrayendo la atención de sus acompañantes.

—¿Todo bien, Al? —preguntó Aurora, con aquella dulce voz. Dios, ¿Por qué no me pude enamorar de Aurora? pensó amargamente. Era una chica adorable, encantadora por donde la vieras. No tenía ni una pisca de Yahan en ella.

—No —respondió y mentalmente agregó: Estoy jodido porque me enamoré de un patán mentecato

Ahora, oficialmente, se unía a la lista de los idiotas que habían caído por un Al Saud.

“Suena loco pero tú y yo solíamos…ser tú y yo.”

1. Paso que daba, flecos que danzaban al compás del movimiento de sus piernas. Cuando giraba en una esquina los bordes plisados le otorgaban el poder deleitarse con unos centímetros más de esa piel tan tersa. Dari lo hacía a posta, caminaba delate suyo sabiendo que le miraba desde atrás. Y no es que le molestara que lo hiciera, sino más bien que le dejara expectante de saber  qué clase de ropa interior traía ese día. Ese monumento al multipropósito estaba claro que no resistiría el resto de la jornada  y que correría para acorralarlo contra algún espacio vacío donde no pudieran verles. Assim adoraba deslizar su ropa interior hasta hacerla caer a sus pies y delinear su fina silueta con sus dedos hasta que la tela de la falda chocara contra sus nudillos produciéndole  tal nivel de morbo que ignoraba, por conveniencia, a quien tenía allí. Sus gemidos suaves y sus bromas sucias, todo sumado le hacía dar rienda suelta a sus instintos más animales sin controlar donde y cuando devoraba su pequeña figura. Cuando sabía que Yuro estaba cerca, eso lo hacía todo mejor.


2. A Lei le ponía de los nervios que Kwan se abrazara a ella por la espalda pretendiendo ser inocente. Sus manos acariciaban su vientre y antes de que pudiera advertírselo sus dedos ya estaban recorriendo por debajo de su camiseta y se aferraba a sus pechos con delicadeza, bordeando los detalles de sus sostenes para meterse de sopetón por debajo. Tenía esa enfermiza manía de jugar con su busto, los acariciaba con ternura y luego jugueteaba con ellos hasta hacerle jadear. Ella misma lo había dicho, no era su hermana, no tenía excusas para apartarla y para que estaba, tampoco quería hacerlo. Lei era tan delicada que a Kwan le era muy fácil sucumbir ante la tentación. Cuando sus cuerpos se encontraban desnudos le enloquecía la suavidad de su piel y aquel aroma a dulce que recorría por su cuello hasta su clavícula; y la besaba, porque todo en ella era adorable, sus gemidos contra su oreja, su cuerpo estremeciéndose debajo del suyo y cuando uno de sus dedos incursionaba en esa caliente cavidad que pronto le haría rogar por más era la culmine del placer. Les encantaba oírse entre ellas y enredarse entre las sabanas hasta no dar más. Al día siguiente actuar con demencia y al atardecer volver a empezar.

1. ―Usted tiene fetiches extraños. En serio ¿ponerse duro porque le digo mister? ―Ronroneó, pero el momento de sensualidad no le alcanzó para ocultar la burla posterior. ―Y además mientras hablas por teléfono con tu hermano menor. Eso es sucio...

2. Dari sabe perfectamente que en la vida todo es prestado. Inclusive las personas, como Assim.  Especialmente Assim.

3. “Era más divertido cuando estábamos los tres ¡se te extraña mucho, mucho! Espero que puedas venir a visitarnos pronto <3 ¡Besos!”, rezaba el mensaje de texto. Y pensó con disgusto que, joder, sí. Todo era más divertido estando con esos zopencos.

4. Yahangir había sido muchas (todas) primeras veces en el repertorio, simplemente porque podía y porque sí, sin dar explicaciones, motivos o la mínima pista para adivinar lo que estaba por hacer. Y es que pese a poseer una mecánica mental simple, el sujeto se las arreglaba para seguir sacándose cosas de la manga sin el mínimo indicio que le permitiera no ser atrapado con la guardia baja. Esa no tenía por qué ser la excepción.

5. Diez metros se transformaron en seis, seis en dos y dos en aquellos escasos cinco centímetros. Que Hyoo retrocediera a último minuto no había entrado en sus planes, ni que después de ello esos cinco centímetros se transformarían en dos metros, dos en seis y diez en kilómetros.

6. Ver a la siempre correcta y regia Annya jadeante, con el cabello despeinado y trazas de haber corrido una maratón no era algo que se pudiese ver todos los días. Menos aún en una escena que parecía sacada de 101 dálmatas.

7. Fadi le miró de reojo con cierta insistencia. Habían pasado quince minutos y Hye seguía ahí, tan concentrado en la autopista mientras tamborileaba sus dedos sobre el volante al ritmo de la canción que sonaba en la radio. Había tanto silencio (relativo) que la picaba la lengua por preguntar.
―¿Estabas en una cita?
―Digamos que algo parecido... Eres bueno adivinando. ―No tenía que ser Sherlock Holmes para enterarse; no cuando iba vestido como si fuese a una pasarela. No que pensara que se veía tan bien como para estar en una…
Hye no preguntó nada más. Le había llamado casi a media noche para que le recogiera de un paradero cuestionable ¿y no decía nada? Irritante, irritante, irritante…
―¿No preguntarás nada?
―¿Quieres que pregunte? ―Fadi volteó la cabeza, y Hye sólo sonrió. ―eso creí. Espero que desees contarme alguna vez… hasta entonces, aún si decides no hacerlo, vendré por ti cuantas veces sean necesarias.
Hye era un sujeto tan desagradable. Era una molestia el hecho de que siempre decía lo correcto en el momento adecuado, y más aún detestaba que tuviese esa capacidad para hacerle sentir a salvo sólo con tomar su mano.

8. A Abry se le secó la boca cuando vio a esa linda chica en un lugar tan inesperado como ese. Se veía como un ángel aún con las manos cubiertas por esos guantes de box, la cara sudada y en plena labor de hacer papilla al instructor. Así se sentía el descubrir al amor de su vida…
A su lado, Yahan dio un par de pasos hacia un lado. Sólo por si daba la mala suerte y llegaban a sugerir que se conocían.
―Creo que estoy enamorado… ―
―¿Ah? ―Yahan miró alrededor y tardó un buen rato en darse cuenta de que hablaba de la chica y no del castaño apestoso que solía frecuentar; Thomas o algo así. ―¿Hablas de Aurora?―
Abraham volteó a verlo como si le hubiese dicho la cosa más trascendental de la historia y le zangoloteó con tanta fuerza que poco faltó para que devolviera el desayuno.
―¿¡La conoces!? ¿Por qué un idiota como tú conoce chicas tan lindas? ¿Tienes su número?―
Yahan deseó no haber abierto la boca después de la avalancha de preguntas que se dejó caer sobre él.
―…Abraham… te diré una cosa, hermano. Aléjate de ella.
―¡No te interpondrás en nuestro amor!―
―Uy~ pues que pena, porque resulta que sípuedo.
Entonces, en un acto de maldad pura, Yahan se lanzó sobre una Aurora que ya había salido de cuadrilátero para abrazarla y llenarla de besos.
Para Abry, eso era una declaración de guerra.
 

1. Dae empezaba a sospechar que las amorosas visitas de Gio a su casa no eran precisamente para verlo a él ¿qué si eran amigos? Pues si lo eran, por eso, con mayor razón tenía la seguridad de que sus buenas intenciones se encontraban camufladas por otros intereses más personales y no es que Gio fuera todo un genio y supiera simular como un actor de cine. Desde ese día de alocadas conclusiones lo observo minuciosamente ¿cuál de sus hermanos era?

-Mocosos ¿Alguien ha visto mi pipa?-Oh, carajo, pudo verlo, por insignificante que hubiese sido, ese brillo en los ojos y como estos se giraban automáticamente hacia la dirección de esa voz.

No, coño, no.

Mierda, no.

Todos menos su padre ¿¡Por qué su padre!?

1. Tomar asiento a su lado, guardar silencio y comprenderlo. Podía sentirlo, sin tocarlo, sus gritos internos eran tan fuertes y retorcidos que dolía, se le apretaba el pecho y se le contraían los nervios.


Fadi se consideraba inútil de todo menos de ser un experto en fingir no percatarse de lo que sucedía. Actuaba normal, con pesadez, sarcasmo y un tanto de crueldad. Así como él mentía, Rylan lo hacía también, reía, jugueteaba, bromeaba y no se tomaba nada enserio.


Aquel ultimo día tomo su mano y jamás volvió a saber de él.

¿Su culpa? ¿Lo era? Sí, todo era su culpa. Él lo sabía todo y callo. Guardo silencio eterno y mantuvo una cruda neutralidad. En contra de su familia, de sus amigos y de aquellos que tanto decía querer.


Lo que quedaba, lo que había salvado, lo que le pertenecía…aquellos breves sentimientos que habían tenido hacía el. Los atesoraba y mantenía la inocente esperanza de que un día que Ryl regresaría por ellos, allí los tendría, guardados justo donde los dejo…


2. El primer paso fue el más difícil de todos. Estuvo varias horas frente al espejo con las tijeras en mano y la garganta seca. Cuando dio el primer corte los demás no fueron tan terribles.

Miraba su reflejo, el corte irregular que caía por su frente y aquella ropa que nunca imagino llevar, ajustadas, modernas, lejano a todo lo que alguna vez aspiro. Llevar zapatillas fue un cambio positivo, eran bastante cómodas.

Un bolso al hombro, ambas manos en los bolsillos y la dolorosa indecisión. Miro hacia atrás y sonrío cuando su madre corrió a sus brazos y enterró su pequeña cabeza contra su pecho.

-¿Totalmente seguro?-

-Absolutamente-

-Era lo que más amabas, Hyoo-Suspiro y alzo los hombros. Resultaba que…su hogar, sus aspiraciones y todo lo demás era lo segundo que más amaba y pues su único objetivo se centraba en un solo nombre.

-Ya sabes a quien culpar-

3. Le tomo un par de minutos para darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Fue la experiencia más cercana a una crisis de pánico a causa del terror que había sufrido en mucho tiempo.

Su hermano Yahan definitivamente no odiaba a la jirafa pokerface.

¿Cómo es que ese tarado no se daba cuenta? Amaba a su hermano, pero no era lo que se decía un chico muy listo y disimulado.

Ok, esa noche empezaría la interrogación ¿Era justo, no? Claro, si es que estaba consciente de ello, puesto que por lo visto ni él mismo se daba cuenta de su pésimo gusto.

Pfff, rubio, monstruoso y con mucha goma en el cerebro. Perfecto, el cuñado que siempre deseo.

4. Los tres segundos más valientes de Nimay:

-¿Te casas conmigo?-Y a Rashid le falto espacio cuando se le cayó la quijada.

1. Estaba cansado y sólo quería cerrar sus ojos, descansar. La cama era tan cómoda, la almohada esponjosa y hacía tanto, tanto frío que no quería salir debajo de las tapas. Sus parpados cayeron y una sacudida lo despertó.


Si dejara de mover su mano con esa agresividad podría tomar una larga siesta. Sus dedos…estaban húmedos ¿Por qué lloraba? No iba a tardar, sería un momento y regresaría. No era para tanto.

Maldición, no tenía por qué darle explicaciones.





¿Cuál era su nombre? Quería saberlo, parecía ser algo tan importante. Y se distrajo cuando quiso preguntárselo, tenía unos bonitos ojos. De pronto quería pintarlo. Quizás luego, cerraría los ojos y al despertar iría por la paleta de colores.


-Ve por donde caminas, imbe… ¡pero no te desmayes! –Lugar y momento equivocado, un error de cálculo, girar en el mismo sentido, caer al suelo y que de pronto lo sujetaran de las manos en un contacto tan directo que le hizo sentir espasmos. Su nariz goteo sin detenerse y el mismo nombre que rondaba en su cabeza como un taladro que se introducía a sangre fría en su cerebro: Dae.

Que escribiera una canción pensando en esa persona fue el inicio de todos sus males.

Noah no juzgaba, prefería guardar silencio, observar y sonreír ante las situaciones que se le presentaban a las personas de su alrededor, evitando ser una de ellas a toda costa, porque generalmente lo complicado no iba de la mano con su personalidad.

Como detestaba los problemas. Este problema por sobre cualquier cuestión que se le hubiera presentado antes.

Ya se lo habían advertido: aquí nadie se escapa. Y él no escucho, a él no le iba a suceder.

Como le hubiera gustado ser menos arrogante. Así no tendría que fingir que cuando estaba al lado suyo no se moría por tocar sus dedos y tomar su mano.

Sí, era un tipo.

No una ella.

Era un él y se juraba y re juraba así mismo que no significaba nada cuando significaba todo.

Era como empezaba su día, como terminaba su noche, la ola más alta y feroz que podía deslizar y la canción más compleja y hermosa que tocar. Mierda, estaba fregado de los pies a la cabeza.

Sentados a una distancia prudente, no muy lejos el uno del otro para simular poca intimidad y tampoco tan cercanos como para parecer algo más. En la mente de ambos rondaba lo mismo, de hacía días, semanas y hasta meses.



De parte de uno se trataba de iniciativa (lo usual) y de parte del otro la severa discusión consigo mismo de si sería oportuno o no oportuno de hacer. Si hacía de esa ocasión un evento donde tuviera mayor sentido tomar la mano de Yun adquiriría otro significado, uno más adecuado a lo que deseaba expresar, no el mero hecho de realizar la acción porque parecía correcto de hacerlo al atardecer.

Yun miraba todos los objetos irrelevantes del escenario, el paisaje en sí lo desconcentraba de asuntos más urgentes y tratar de descubrir si aquella nube tenía o no forma de elefante era mejor que estarse martirizando por dentro. Que era mover su mano, tocar sus dedos y ya ¿Por qué era más difícil de lo que parecía?

Y el silencio reinaba, a veces se cortaba por los comentarios de Jack y menos tantas por los monosílabos de Yun. Y así les daba la noche…sin haber hecho más que rosar sus meñiques y ruborizarse cuando miraban hacia otro lado.

Mañana si lo harían, a como de lugar....

1. Su hijo se encontraba otra vez en el pozo infinito de la depresión absoluta. Las visitas de su retoño no eran habituales y que lo hiciera para hundirse en el rincón más oscuro de su dormitorio daba asco.

Intentar acercarse era una pérdida de su valioso y escaso tiempo. Hanna terminaría irritado, le haría saber de las formas más dolorosas cuanto le molestaba su presencia y le enviaría a partir fuera de un portazo. Luego de eso se marcharía y no volvería dentro de un largo periodo. Todo sería mejor si pudiera insertar sal quirúrgicamente en su escroto para que dejase esas insolencias malignas. Solía pensar que si se comportaba como un cretino, como sus otros dos progenitores (…) tendría una actitud menos evasiva de parte de su pequeño.

-¿Algo en lo que pueda ayudar, Hanna? ¿Te molestan sus pulgares? Puedo sacarle los pulgares-Clavar el cuchillo carnicero sobre la mesa de cocina no fue el mejor de los planes, a cambio de su buen gesto se ganó una muestra de incordio y pasar el desayuno en la comodidad y soledad de la mesa. Sabía de antemano que todo aquello era su culpa, no le había dado el mejor de los ejemplos a su hijo y ahora la historia se repetía como un eco insufrible para que no pudiera olvidarlo. Y tenía miedo, tanto miedo de que llegara a afectarle como a él, que no durmiera por las noches, que la comida no supiera bien y que todo dejara de tener un significado…provocado por un individuo, un solo y miserable personaje que ya empezaba a odiar con toda su alma.

2. -¿Te enseño un secreto? Las papas al punto absorben todo el sabor-Dijo sacando las papas un poco después del tiempo indicado para escurrirlas y enterrar sus dedos en la tierna consistencia del tubérculo, su dedo se enrojeció, pero su sonrisa se mantenía-No, no, mantequilla comprada jamás. Arruina la textura-Hana hijo enarco una ceja y bufo, muy a su pesar estaba tomando nota y atención mientras veía como su padre mezclaba la salsa con una mantequilla cacera y la vertía sobre las papas cortadas en cubos y que mantenían la cascara encima.

-Esta mierda no me sale-Quejó, cuando la salsa blanca en el sartén empezaba a formar grumos y su padre lo interpreto automáticamente como una prueba de que…gozaban ese instante juntos.

-Otro secreto. Mezcla la harina y la leche tibia en una taza. Luego la viertes sobre la mantequilla derretida. La consistencia no se apelotona, luego agregas una pisca el ingrediente especial-Oh, así que era eso el que le daba ese sabor picante y medianamente con aroma a finas hierbas, quien lo diría…por eso jamás quedaba con el mismo sabor cuando lo preparaba en casa de sus hermanos, usaba vil pimienta negra, que novato era todavía y cuanto que aprender le quedaba con su madre.

-Quiero cerciorarme del sabor-O mejor dicho, ser glotón y esconderlo bajo esa fachada. Su padre intercepto la cuchara y le hizo meter un dedo, Hanna quejo cuando se quemó y maldijo más fuerte de lo que debería haciendo retumbar su voz en las paredes del espacio.

-¡Par le sacré, mon petit! ¿Cuándo besas a otra persona usas una cuchara? ¡Esto es lo mismo, no pongas esa cara! Usa tu cuerpo para saborearlo, siente con algo más que tu lengua. Recuerda que la cocina es arte, no solo llenar tú enorme estomago-

1. El hermano mayor de la pequeña Dari. Era todo lo que necesitaba para no eliminar ese objetivo Sujeto a ambos individuos con dos de sus brazos mientras enfocaba su vista al frente. Era recreo y los niños de pre kínder y kínder jugaban inquietos en el patio.

-No…no te atreverías.-Gaspar medio giro a cabeza y enarco una ceja. Dari jamás había visto antes aquella expresión en su hermano: Miedo total.

-Despreocúpate. Ninguno tiene poderes y ninguno sobrepasa mi CI. Haremos una limpieza preventiva.-Una sonrisa se formó en su rostro, una tan carente de emoción real y repleta de arrogancia que basto para que Hyoo empezará a rogar y ahogarse entre el llanto que no le dejaba completar ninguna oración lo suficientemente cuerda para impedir lo que iba a suceder.




2. -¡Dae!-

-¿Hye?-

-¿Dae?-

-¡Hye!-

-¡Dae…! ¿Me acabas de tomar como rehén?-

-Es una larga historia…-Podía ser larga ¡Pero todo ameritaba un enorme abrazo! Anda ¿Y ese carrito tan simpático que arrastraba con él?

3. Era como un deja-vu, como si ya se hubiera ido antes. Dolía menos que en aquella memoria que no le pertenecía ¿Por qué? Ah, es que en esa pesadilla no estaba vivo y de alguna forma eso le hizo sentir un poco mejor. Se relamió el labio inferior y cerro un ojo cuando el contacto caliente de su lengua le hizo arder donde estaba lastimado.

-¿Te irás?-

-Adivina, honey~-Fadi se hizo a un lado, no sin antes tocar superficialmente la mano ajena. Medio sonrío y se apoyo en la pared cuando ya estaba lejos de allí.

Mentiroso...

1. Noah tomo una melia de color blanco, con suaves tonalidades amarillentas en sus pétalos y la puso detrás de la oreja izquierda de Dante.

-Es parte de nuestra tradición ¿Ves a los demás?-Dante no se molestó en poner en duda lo que su amigo tenía para decir de su propio hogar, lo que si, aquella noche le sorprendió que a pesar de la cantidad de personas, con ninguna hubiera podido ligar.

Noah gozaba para sus adentros, actuando de una forma sutilmente posesiva y si sonrío más de lo debido aquella noche, en gran parte, se debía al fracaso de Dante.

-Estamos en Hawaii, ya tendrás otra noche para triunfar.-Decía camino a casa de madrugada. Convenciéndole de que estaba en el último sitio para perder la esperanza.

Dante se animó inmediatamente y eso le hizo cargar con remordimiento hasta que se recostó en su cama y se quedó dormido.

Una flor como esa podía significar muchas cosas. Por ejemplo, si la usabas del lado derecho, estabas soltero y en tu libertad de rendirle tributo a quien quisieras, en cambio si la usabas del izquierdo…estabas en una relación y nadie podría acercarse a ti.

*Melia son las plumerias.

Perdona a mi corazón, que está a punto de colapsar.

 Perdona mi egoísmo, el que no me permitió contarte todo para no hacerte sufrir. Aunque de saberlo, eso no alargaría mi tiempo contigo.

 Perdona el que tenga que dejarte aquí, pero recuerda siempre que ésta separación es pasajera.

Mi hermano, el que me cedió su lugar para poder conocerte, viene esta tarde por mi. Cuando sea el momento, yo misma vendré a buscarte ¡porque sin duda tendrás muchas cosas que contarme!

 Y perdona, por sobre todo, mi nulo arrepentimiento. No lloraré, porque sé que fui afortunada de tener un hermano tan bueno como tú.


Toma mi mano
¿Podrías ser mi guía en éste viaje?

1. Podía ver a Yuro inclusive si no se encontraba allí, percibir el aroma que llevaba sobre sus ropas, pasando a sentirse terriblemente solo rodeado de su familia, de amigos que con dificultad pudo hacer y hasta de uno que otro individuo que alguna vez le hubiese gustado, serían más de dos, sí…los demás desaparecieron por causas misteriosas o eso quiso creer, eso se obligo a creer aun si sabía que el paradero de aquellos sujetos era tan certero como el de un cadáver en un cementerio.

¿Dónde estaba? ¿Por qué no estaba detrás de él? Sus ojos se enfocaban en una cabeza rubia que no era la suya y que no estaba reclamando su territorio.

No estaba allí, lo sabía, pero podía sentirle susurrar aun en su ausencia haciéndole perder la razón “eres mío” y él automáticamente decía en voz alta a la posible competencia con un tono de pánico absoluto: le pertenezco a alguien más.

2. ¿Te gusta?

Noah solía responder como un autómata para negar toda vinculación amorosa que hicieran sobre Dante y él. Ya no se podía tener un buen amigo sin que le tacharan de choto.

Para gustos, colores. Que quien quisiera caminar por la acera del frente, pues que lo hiciera, pero personalmente él no quería pasear por el otro lado, porque no le interesaba.

Y no es que no lo hubiese intentado una vez o más de una vez. Era eso de tener un rostro velludo cerca, una voz ronca tanto o más que la suya en su oído y manos toscas manoseando sus cabellos lo que le ponía de los nervios.

Lo que solía confundirle era que Dante no tenía nada de eso.

1. Dae resoplo y se quitó el audífono para arrojarlo junto al celular hacía el asiento de atrás.

-¿Qué te sucede?-

-Argentina perdió.-Yun asintió con inseguridad y formulo un dudoso “ah…” que su acompañante supo interpretar rápidamente con un tono de confusión absoluta-Un partido, los vencieron en penales.- gruñía


-No sabía que te gustará el fútbol ¿Y por qué….?-La palabra “Argentina” murió antes de que pudiera pronunciarla, asimilando que Dae tuviera un gusto por un deporte que no fuesen luchas masoquistas y rompe huesos.

-No es por Argentina, es por Messi.-Yun apenas se fijaba que el morral del Dae traía sobre su regazo un escudo de variopintos colores y que tenía las iniciales FCB, habría continuado ignorándolo de no ser porque se lo habían señalado directamente. No supo que decir, porque para empezar, el fútbol bien poco le importaba y no entendía esa pasión desenfrenada de una manada de gorilas corriendo como chiflados detrás de un balón. Carraspeo y murmuro un “lo siento” repleto de inseguridad, puesto que no lo sentía en lo más mínimo.-No importa, Argentina perdió, pero Messi sigue siendo un Dios.-Echo el asiento hacía atrás y lo rebajo para cruzarse de brazos y esconder el rostro debajo de su morral-Hay dos dioses en esta vida…Alá y Messi. Y solo Messi ha comprobado su existencia-

1. Assim pocas veces sentía lástima. Quien iba a sospechar que esa miniatura homicida podía llegar a verse tan patético. No mentiría si dijera que pensó en grabar su miseria para burlarse luego de él, si no fuera porque se estaba sensibilizando…

No temblaba, vibraba a una escala que no sabía que podía ser posible. Sus manitas se aferraban como esas garras letales de bebé y estrangulaban su brazo, cintura o cuello. Lo que encontrará primero. Lanzar bromas pesadas había dejado de parecerle divertido, no era gracioso cuando la reacción parecía llevar a la víctima a un punto de un ataque cardiaco. Y él sabía lo que era perder el alma por un susto.

—Si te ibas a cagar de miedo ¿Para qué diantres entraste?

Dari no respondió, la mandíbula le tiritaba demasiado para eso. Assim suspiro con pesadez, se moría del hambre y quería salir rápido de allí para ir por unas manzanas acarameladas.

—¡Solo me das problemas!—Quejó, sacándose la chaqueta para ponerla sobre la cabeza de Dari y posteriormente cargarlo y salir de esa estúpida casa del horror de tercera.